Gowex, el último escándalo empresarial y financiero de esta cleptocracia española, se lleva por delante el mercado bursátil alternativo y pone de manifiesto, una vez más, que el autocontrol es la utopía del capitalismo, como la anarquía lo es de la izquierda más avanzada. Si éstos pretenden una "sociedad formada por hombres justos que se regula mediante la ética", aquellos pretenden hacernos creer que el dinero, el mejor motor de bajas pasiones y malos instintos del ser humano, es capaz de contener su avaricia.
La eliminación de los controles en el mercado americano nos ha traído la estafa de las suprimes que nos vendieron como crisis global y desmesura de consumidores fuera de sus posibilidades. No parecen tener claro que, sin medidas de control y sanciones coercitivas muy importantes, la codicia impera y no conoce límites.
Gowex lleva años engañando sin que nadie le pidiera cuentas hasta que una auditora desconocida, Gotham City Research, tuvo que luchar para que la verdad no se volviera en su contra, pues la autoridad española estaba dispuesta a meterle un buen puro por no se sabe muy bien que razón.
En los últimos días, las auditoras españolas andan pegadas al techo con una normativa europea que tratan de bigotera y que, con toda lógica, les obliga a auditar con independencia absoluta, es decir: si auditas a una empresa, tu única fuente de negocio con esa empresa es la auditoría. Punto. ¿No parece normal? Lo que no es normal es que una mano lave la otra y se tapen miserias a cambio de otros negocios. Eso suena a chanchullo, la verdad.
No, el dinero corrompe y todo lo que tienen que ver con él debe estar muy controlado bajo la base de las más probada desconfianza. Nada peor que un banquero sin límites.