El día rinde sus horas camino de una noche mágica que cambia
su apariencia y su naturaleza según los
años y las épocas mandan y sus protagonistas se manifiestan. Si hace siglos
eran las almas del purgatorio las que ascendían a los cielos gracias al trato
establecido entre los mendigos que recibían los pasteles de los muertos a
cambio de rezar por su salvación, hoy son los medios de comunicación los que
llenan sus páginas con espeluznantes relatos de los muertos vivientes.
Un rápido vistazo a los titulares nos llena del miedo que se espera de la fecha: la juez Alaya
pasa de todo y vuelve con la burra al trigo a pesar de lo que dice la Audiencia,
Camps y Barberá también deberían testificar en el caso Nóos, Esparanza Aguirre
citada para lo mismo en el caso Gürtel, Gúemes y lamela imputados por el
chanchullo de la sanidad Madrileña –atentos a las próximas entregas, que se
anuncian apasionantes – y la madre que los parió a todos.
España vive inmersa en una eterna noche de muertos vivientes
que no dimiten no a tirones y que siguen esparciendo su asquerosa putrefacción
moral por nuestras vidas y dejando la sociedad hecha unos zorros. Y que nadie se olvide de que si los titulares
de hoy pertenecen, en su mayoría, al PP su vecino PSOE también anda servido de
ERES y mierdas varias.
Hoy es la noche de Samhain, la noche en la que los mundos de
vivos y de muertos se confunden y todo puede pasar; el tránsito está abierto en
los dos sentidos y cielo y tierra se mezclan sin realidad concreta. Todo se
confunde, pero ellos saben que siempre hay algo que permanece: la corrupción
ligada al dinero, única verdad estable en ambos mundos.
Siempre que se sea un chorizo, claro.
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