Una obra camino de merecer el olvido y el desprecio.
Y no le afectan los recortes, hay que joderse.
No tuvieron bastante con vilipendiar a la intelectualidad toda incluyendo,
entre sus miembros destacados, a dos animales de bellota cuya mejor
contribución a la elaboración del pensamiento se basa en frases de tanto mérito
como “Cuando oigo la palabra cultura, saco la pistola” o la inmortal “si veo a
mi hijo en el bando de enfrente, lo fusilo”: el general Yagüe y el Coronel
Millán Astray son los padres de tales salvajadas cuyo valor les bastó para que
el diccionario los insultara con el calificativo de “intelectuales”. Debe ser
por el miedo que daban a los tales.
El elenco no estaba completo y faltaba ensalzar a uno de los
más siniestros del grupo golpista, pero la elección es espeluznante: Queipo de
Llano, Capitán General de Andalucía y uno de los personajes más siniestros,
crueles y hábiles de aquella ignominiosa tropa. Imagino que los movimientos
feministas y las mujeres, todas, del arco parlamentario se movilizarán como una
sola indignación contra las alabanzas realizadas a alguien que se vanagloriaba
de las violaciones cometidas por legionarios y tropas regulares de Marruecos
contra las mujeres andaluzas a las que felicitaba por “haber conocido a hombres
de verdad en lugar de esos milicianos maricones”.
Hay dos cosas que hacer de forma inmediata: cerrar esa
academia y pedir perdón por la ofensa a todas las mujeres que sufren, hoy
todavía, el desprecio de animales como aquél y como el que, hoy en día, tiene
la bajeza de calificar de brillante militar al autor de acciones como esa. Por
si no fuera bastante, recordemos otra de sus hazañas relacionadas con paseos y
asesinatos: “Café para todos”. Traducción: que les peguen a todos un tiro en la
nuca.
Vergonzoso.
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