El maestro Forges tan preclaro como siempre
En contra de la teoría económica más liberal, parece claro
que el dinero mueve lo peor de nuestras malas tendencias, de manera que, en
cuanto nos damos la vuelta y dejamos de vigilar, el dinero se porta mal y hace
que todos muestren sus peores mañas. Viene esto a cuento de dos noticias
enraizadas en la misma tierra: el control de las actividades económicas de las
grandes empresas y bancos.
La Comisión Europea, que de vez en cuando hace algo, le ha
metido un paquete de 1.750 millones de euros a seis bancos. Nadie ha ido –ni parece
que vaya a ir- a la cárcel, no faltaba
más y me parece que la verdadera vergüenza radica en esa falta de responsabilidad
ante el fraude. La sanción se genera porque estos señores han alterado,
conspirando como una banda de atracadores, el valor del Euribor y por tanto,
miles y miles de sus clientes han pagado más de lo que deberían haber pagado. Cualquier
hijo de vecino al explicar una acción parecida, lo denomina estafa, pero la
Comisión nos e mete en esas profundidades. Sinceramente, me parece
impresentable, sin paliativos. Si hay sanción, debería haber restitución de lo cobrado indebidamente y penas de cárcel
e inhabilitación para los gestores del fraude, sin paliativos.
Y ahora le toca a la Agencia Tributaria, de la que algún día
sabremos sus miserias e interioridades. Ceses, dimisiones y bailes al son de
una inspección y un recurso que parece que ha levantado ronchas en la
cúpula. Más confusión en torno a ese
dinero que quiere escaparse del control de lo público.
La verdad, tenemos demasiado encima como para que estos
casos pasen en silencio sin poner en evidencia el poder ejemplarizador del poder frente a la corrupción. Haciendo lo que
hacen, lanzan el mensaje contrario: el poder protege al poderoso y deja
desvalido al ciudadano.
Hay muchas razones para asegurarse una ley que les proteja,
de ahí que su valido, el Ministro del
interior, intente lo que intenta. Una vergüenza.
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