Una vez comentado el papel de los dos grandes en la elecciones europeas, podemos hablar de otros dos porrazos electorales que deberían tener consecuencias. El de Mas, cantado y ofrecido, con lacito y todo, a Esquerra y otro que hay que considerar con más calma: el de Rosa Díez.
UPyD se ha consolidado como un proyecto unipersonal e intransferible, una estructura al servicio de la loa de una sola persona que tiene vocación de omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia. Rosa Díez debería haber nacido en los USA, donde el culto al líder faculta las cosas, pero aquí ya hemos visto que un partido requiere otro tipo de perfil y ella no cuadra.
Salió del PSOE porque no fue bendecida y mi sensación personal, muy posiblemente equivocada, es que ha derivado hacia una especie de populismo personalista que no genera confianza, vacía el discurso del equipo y la gente lo ve, lo sabe y abandona aquello que no evoluciona conforme a las promesas.
Un partido en evolución creciente no puede permitirse perder casi un millón de votos, por mucho que alguien diga que ha crecido con respecto a las últimas europeas. Mal consuelo y la rabieta se hace patente.
O mucho me equivoco, o ese partido se encamina hacia un lento languidecer camino de la desaparición.
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