Ignacio Ellacuría, Amando
López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró buenas gentes de la base que nada deben a las jerarquías, salvo el olvido
Con motivo de la entrada del otro día sobre la laureada del
Regimiento Alcántara y otras muchas conversaciones sobre la enorme distancia
que existe entre la altura moral de los individuos que conforman la base de las
organizaciones y la utilización que las jerarquías hacen de las aportaciones
que realizan estas bases.
En caso del otro día pone de manifiesto el enorme heroísmo de unos
soldados obligados a participar y morir en una guerra cuyo objetivo era
inmoral, pero casos semejantes hay millones en otras organizaciones,
especialmente en una institución a la que normalmente le doy mucha cera: la
iglesia católica, apostólica y romana. La iglesia alberga en sus muchas
instituciones una enorme cantidad de lo que yo llamo "santos profesionales"
cuya vida es un ejemplo de solidaridad, bondad, ayuda y trabajo en favor de la
sociedad y de las personas. Son gentes admirables cuya cúpula, normalmente, les
llena la vida de problemas añadidos, de condenas al silencio y que en muchas
ocasiones, les obliga a tomar la salida por la puerta de atrás, pero eso les
hace todavía mejores y más dignos de admiración.
Dicho queda, de manera que si alguna vez alguien piensa que los
palos a los jefes son injustos con los curritos, que lea los dos párrafos
anteriores para que no se confunda sobre lo que de verdad pienso.
Por cierto, me parece que nuestra nunca bien ponderada conferencia
episcopal nos va a dar mucho juego en los próximos meses. De entrada, ya se ha
dejado claro que su reino si es de este mundo y que lo de la independencia de
Cataluña, no les mola demasiado. Luego dirán que no se meten en política.
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