Irati en otoño, un paraíso cercano
Llegan las nubes cargadas de agua y el bosque sueña con la renovación
del otoño, sueña con montañas de hojas con las que abrigar sus raíces en el
cercano invierno y con el amor de los ciervos en berrea; sueña el bosque con
las nieves que vendrán y con la lejana primavera de verdes nuevos cada año.
Sueña el bosque y yo mismo me acuerdo de Irati y del
primigenio sentimiento de pertenencia que surge de la contemplación de los
colores cansados del otoño en las hayas. Sueña el bosque y soñamos todos con
los amarillos y los rojos, con las laderas otra vez verdes tras el calor del
verano y soñamos con el sonido del agua bajando por los montes polvorientos
hace apenas unos días.
Sueña el mundo con el descanso del cercano invierno pero
todavía hoy es momento de recrear los ojos en los nuevos atardeceres y en las
primeras brumas frías de los valles pegadas a la tierra humedecida.
Adoro estos otoños dorados de Madrid, los olores renovados
de la tierra lavada y adoro los primeros fríos contra la cara cuando me subo en
la moto. Adoro las luces del otoño de Madrid, pero también sueño con volver a
pertenecer, por pocos días, a los sueños de los bosques de Irati y formar parte
de las canciones de las hayas y los abetos que allí esperan guardando el
secreto de esa anual renovación que otros confunden con la muerte del invierno.
Disfrutar del otoño y renovaros.
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