Vivimos un momento muy complicado en el que la justa medida y
dimensión de los hechos y los sucesos se ha abandonado en favor de la desmesura
y la exaltación de la reacción. Las crisis conllevan este tipo de reacciones,
pero lo de España empieza a ser un caso clínico en fase terminal.
Los responsables de la cosa pública del PP y de la seguridad
se han instalado en la más enloquecida paranoia a la que responde el juez
Pedraz con un llamamiento a la sensatez y con algún que otro rapapolvo sobre la
legalidad de expresar demandas populares mediante el ejercicio de la libertad
de manifestarse. La delegada del gobierno, que no quiere ver una pancarta ni en
pintura pero ejerce el cargo con una violencia propia de los más aguerridos
cuerpos militares, dice que lo de manifestarse hay que verlo, que según y cómo
y que la gente de bien se queda en casita rezando novenas como bien dice su
jefazo, D. Mariano al halagar a la “mayoría silenciosa”; que podrá ser
silenciosa pero no tonta.
El Obispo de Córdoba equipara el parricidio presuntamente
cometido por un sádico delincuente con
la práctica del aborto y se queda más ancho que largo, sin darse cuenta de la
salvajada que ha soltado para ganarse el aplauso de los más ultras de los
ultras.
Me imagino que los personajes citados directa o indirectamente,
incluida la cúpula del ministerio del interior, desfilarán rosario en mano en
la “mani” del domingo en favor de la vida – nadie puede negarse- y en contar
del aborto, legal en este país gracias al sufrimiento de muchas mujeres y que
la delegada del gobierno alfombrará la Castellana para que ningún manifestante
sufra por la caminata.
Y la relación de desmesuras y despropósitos podría seguir ad
infinitum, pero me resisto a dejar de comentar la inmensa inconsciencia de la
tal Amaia Montero con su «A veces cuando las mujeres dicen "no", solo quieren ver
de lo que serias capaz de hacer por ellas-». Esta tipa
es una irresponsable que refuerza esas conductas violentas que aseguran que, en
el fondo, a todas les gusta que les echen un polvo, pero tienen que hacerse las
estrechas. Alguien debería pensar en una buena sanción popular que le hiciera
ver lo que la gente piensa de ella y el daño que esas afirmaciones pueden
hacer.
Desmesuras.
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