Hoy no me apetece escribir, me domina el asco, la repulsión
y el tedio me ha contagiado. España es un país a la deriva, un país fantasma
que permanece de pie grogui como un boxeador sonado mientras la realidad le rompe la cara.
España escribe tragedias y escarnios todos los días mientras
su clase política se dedica estupideces y a mirarse el ombligo ajena a las miríadas de vidas truncadas, de sueños rotos,
de familias destrozadas que miran el
futuro con miedo y sin esperanza.
Hoy no quiero escribir ni de Díaz Ferrán y sus oscuras
relaciones con Esperanza Aguirre, no quiero escribir sobre los casi 100.000
nuevos parados que llevan la desgracia hasta las cercanías de los 5 millones de
parados, carne de cañón de esclavitudes varias a cargo de los pocos que pueden
aprovecharse de tanta necesidad.
Hoy tengo ganas de mandarlo todo al mismísimo carajo, a
pesar de que tampoco una decisión tan acertada soluciona nada. España necesita
seguir un sueño posible que nadie formula, que nadie proyecta sobre las oscuras
sombras de la actualidad.
Hoy me llena el asco y la arcada pensando en lo que hemos
perdido, en lo que nos han hecho perder y en la sangre y el esfuerzo que nos va
a costar recuperar la dignidad necesaria para mirar la vida de frente y con
confianza. ¿Qué les hemos hecho a nuestros hijos? Algún día la vergüenza nos
alcanzará y nos explotará la cara.
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