Dicen que el sol sale cada día y se suele decir para alegrar
a los que andan faltos de ganas o un poco más desanimados de lo normal. La
frase está bien, pero yo creo que anima más pensar en lo que el sol quema cada
día en sus encendidos ocasos, esos que incineran todo aquello de lo que
queremos desprendernos y que no queremos dentro de nuestras casas.
La vida quiere hacernos cargar con muchas cosas que nosotros
repudiamos pero que cada día nos esperan para despertar con nosotros y subirse
a nuestra chepa haciéndonos la marcha
más pesada y menos apetecible. Cada ocaso incendia el cielo quemando aquello de
lo que yo quiero desprenderme y que no quiero encontrarme a la mañana
siguiente. Cada ocaso se lleva un fracaso y deja la mañana abierta a las esperanzas
nuevas con las que espero cada amanecer.
Lo malo es que la vida es testaruda y vuelve a la carga llenando
mis días de mierda con la que alimentar la hoguera de cada tarde. La cosa
consiste en no cansarse, aunque es complicado y cuesta bastante, así que ánimo,
que una cosa es la realidad y otra, la esperanza de encontrar esperanzas nuevas
con las que olvidar el día anterior y construir cada amanecer como si fuera
nuevo y único.
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