Que el género humano es del género idiota es algo conocido
desde hace mucho, pero que gobiernos, instituciones y medios de comunicación
tengan que aportar sensatez para luchar contra una ola de imbecilidad colectiva
como la que vivimos estos días, es de aurora boreal. Los Mayas, que de
astronomía sabían un montón pero de que astrología no tenían, como todos los
que se dedican al ramo, ni repajolera idea hicieron un calendario muy
complicado basado en el ciclo de Venus, las eras, los kantungs (o como coño se
diga) y demás periodos de tiempo más largos en función de que estuvieran
calculando una u otra cosa, que eran muy suyos los señores.
Esa precisión lograda a base de muchas horas de
observaciones, mucha tortícolis y relentes lumbares nada tiene que ver con el
fin del mundo, de la galaxia o de la cuñada feminista del astrónomo de turno,
por mucho que Evo Morales diga que eso estaba escrito y que ahora toca el
resurgir de la cultura indígena o del mocochinche con coca cola.
La ola de subnormalidad ha sido tan fuerte que desde el
Vaticano hasta la Nasa han tenido que salir a la palestra para poner orden y
decirle a la gente que se deje de neuras, que aquí no va pasar
nada, que nos lo pueden jurar.
Desde mi muy modesta posición, voy a tratar de aportar
sensatez acudiendo al infalible oráculo de las Oreo, que lleva años pronosticando
sin error el aumento de peso y del colesterol circulante para todos aquellos
que se hagan uno con su naturaleza y se entreguen a la m´sitica comunión de su
consumo.
¡Mucho más fiable la galleta que los Mayas, dónde va a
parar!
Blah blah blah...
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