Vivimos bajo el poder del fraude, todo lo que conocemos
sobre la vida pública se basa en el fraude y desarrolla el fraude como
herramienta de canje entre tahúres. No es que los ciudadanos defrauden olvidando
sus obligaciones, que también: es que los que nos gobiernan se dedican al
fraude como si fuera una alternativa posible dentro de sus herramientas de
gestión.
En los últimos meses se ha puesto en marcha una partida de
tahúres en la que todos olvidan la
obligación de respetar la ley. Me explico: Mas se olvida de todo y dice que referéndum
si o si a costa de la legalidad, Montoro legisla un fraude de ley contra la
capacidad autonómica de generar impuestos propios y se inventa una ley de
impuesto cero que revienta la acción inicial y cuando el mismo Montoro se carga
una paga extra para que las haciendas locales y municipales se inventan
créditos y mandangas que consiguen defraudar la ley.
Ojo por ojo y llegamos al Ayuntamiento de Madrid para
culminar con el despropósito del Madrid Arena en el que todos los implicados,
todos, defraudan la ley, el buen gusto y el sentido común dejando la legalidad
zarandeada y vejada por la realidad.
España se llena de alternativas que defraudan la ley desde
la propia administración y así nos va. Los presidentes de las autonomías hablan
de España, del gobierno y de la administración del Estado como si ellos mismos
no fueran parte de es Administración; como si habitaran un limbo ajeno al papel
constitucional que la ley les otorga como parte integrante del modelo que todos
aprobamos en cuanto nos dejaron aprobar algo, fuera lo que fuera.
España se ha despeñado por un barranco de absurdos empujada
por unos políticos irresponsables y cínicos que han enseñado que la ley es para
los demás y que para cada uno sólo prevalecen los intereses egoístas salvados a
cualquier costa. No tenemos ni remedio ni moral. Es así de simple.
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