La Academia de la Historia se suicida apoyando la intelectualidad de Millán Astray
Siempre se ha dicho que la historia la escriben o los
cobardes o los vencedores, nunca héroes o vencidos. Lo que es nuevo es que la
historia la escriban inútiles o mentirosos compulsivos y malintencionados, pero
parece ser que nuestra excelsa Academia de la Historia se dedica a proahijar a
éstos últimos para llenar su diccionario de lo que se podrían llamar sandeces
si no fueran peligrosas manipulaciones de la historia en favor de la vuelta del
fascismo.
La última de los ínclitos, tras lavarle la cara y las
miserias al franquismo y a Franco, es colocar a Millán Astray entre los intelectuales
de su época. De Millán Astray se han dicho muchísimas cosas todas ellas
relacionadas con la más brutal concepción de los asuntos militares; se han
elogiado mutilaciones y valor, pero hasta la fecha nadie había tenido la osadía
de hablar sobre su supuesta pertenencia al gremio más odiado por el mismo
personaje: los intelectuales.
El que gritó en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca
la famosa imprecación de mueran los intelectuales” se ve hoy, paradoja curiosa,
ensalzado como intelectual por un rastrero turiferario descerebrado que trata
de que los anales no registren la verdad de tan siniestro personaje.
Millán Astray fue un golpista cruel, vesánico y entregado al
corrupto sueño militarista del imperio marroquí al servicio de espadones y
chusqueros. Millán Astray no tiene, en toda su vida, una sola aparición cercana
a lo que se podría considerar mundo intelectual y la Academia de la Historia debe,
sin dilación, erradicar esa entrada de forma inmediata y concluyente.
Desacreditada la clase política, parece que también el mundo
académico y docente se empeña en potenciar el suicidio de clase, de manera que
desde hoy mismo, podemos dar la misma credibilidad a la Wikipedia que a la
Academia de la Historia. Cosas de la modernidad, de la desmemoria y del
fascismo imperante (de nuevo). Hay que joderse!
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