Leo que Tombuctú ha sido liberada tras un año en poder de los
islamistas descerebrados que impusieron su locura a sangre y fuego. Un año da
para mucha destrucción y mucho me temo que los principales perjudicados han
sido, una vez más, los libros. Para que nos hagamos una idea de lo que eso
significa, hay expertos que hablan de una nueva hoguera de la Biblioteca de Alejandría,
una nueva devastación cultural de la edad media europea, pero si árabes que
tradujeran los clásicos griegos de los que recuperar la historia…una debacle en
toda regla, vamos.
A pesar de correr de resultar pesado, me gustaría volver a
incidir en lo que la religión significa, ha significado y me temo que
significará para la libertad del ser humano. Las religiones odian la libertad y
el pensamiento individual; odian todo aquello que signifique permanecer al
margen de lo obligatorio: las religiones son cáceles intelectuales que, en
cuanto pueden, se tornan cárceles físicas para cuerpos y almas.
El Islam, hoy, reproduce lo peor de las otras dos religiones
del libro en épocas pasadas, pero que nadie se engañe: en el genoma de todas
ellas habita la represión, la falta de libertad, la persecución y el odio feroz
hacia todo lo que signifique diferencia e individualidad. Hoy lloramos por
Tombuctú, pero me temo que hay que economizar muchas lágrimas para llorar todo lo
que está por venir de la mano de la intransigencia musulmana. Una pena.
Creo que la religión no es mala en si misma, no todas las religiones son impositivas y pongo de ejemplo el de su Santidad el XIV Dalai Lama, jefe religioso y político del Tibet, tristemente conocido por su ocupación. en mi opinión son las personas las que se sirven del poder político o religioso para dominar a un pueblo. Adorar a un líder (sea o no religioso) que sólo se guia por su propio interés es el verdadero drama.
ResponderEliminarTengo que hacer una aclaración respecto al comentario anterior sobre el Dalai lama, no estaba muy al tanto de la realidad del pueblo tibetano antes de la ocupación china, informándome un poco (a raíz de un comentario de J M Beltrán en mi blog) he comprobado que la imagen "idílica" del dalai lama es una gran mentira y la forma de vida de su pueblo era penosa, mal ejemplo escogí para defender un jefe religioso justo.
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