Tengo la sensación de que “la peña” está a punto de llegar
al punto en el que ya no hay retorno; al momento en el que se levanta la cabeza
y se grita ¡Basta! A pleno pulmón sin medir consecuencias y sin miedo a la
reacción. España entera, los ciudadanos de base, la gente normal, los curritos
o parados, estamos hartos, sencillamente.
Los hechos asquean, la clase política ha rebasado los
límites que están mucho más allá de los límites de lo tolerable. No tienen
perdón y en lugar de tomar medidas sensatas –quemarse todos juntos a lo bonzo
sería una de ellas – parecen tramar una defensa numantina a través de oscuros conchabeos y “consensos”
que a todos nos huelen a estafa.
Si las películas americanas hacen honor a la historia
verdadera, también los mafiosos se reunían en Cuba, Florida o Chicago para “consensuar”
que todo marchara correctamente y que la policía no tuviera que intervenir, lo
cual es un ejemplo muy adecuado para describir lo que los paisanos nos estamos
oliendo.
Ya. No hay más: deben limpiarse, deben ir todos a la cárcel,
deben disolverse, liquidarse, suicidarse: deben dejarnos en paz para que nuestro
trabajo y nuestra dignidad levanten esto de una puñetera vez.
Todos juntos debemos darles miedo, deben sentir el rechazo,
el asco, la repulsión, el desprecio y la ira de toda una población que se
levanta contra ellos. Lo ideal es que sintieran miedo, mucho miedo: el
suficiente como para encerrarse ellos solos en la silenciosa tranquilidad de la
cárcel más próxima. Sería estupendo.
No se si nuestros actuales gobernantes tienen miedo o no, pero la indignación ciudadana va en aumento. Las cantinelas de nuestro gobierno y de buena parte de la clase política, no se las traga nadie. Este país es una olla a presión, y si no tienen la suficiente sensatez de bajar el fuego acabará por estallar.
ResponderEliminarAcabo de crear un blog (http://la-opinion-motor-del-cambio.blogspot.com.es) en el que entre otras cosas, pienso denunciar todos los abusos a los que nos estan sometiendo nuestros políticos, contra el hastío la reivindicación, no queda otra.