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jueves, 28 de febrero de 2013

Benito sale por piernas

Si la cara es el espejo del alma....todo dicho

Por aquello de llevar la contraria a los turiferarios (RAE:Encargado de llevar el incensario)que intentan tapar la realidad de una huida en toda regla, no tengo más remedio que hacer un repaso por la trayectoria de un papa que desde mi punto de vista, subjetivo, parcial y bastante mal informado, ha sido un gestor rancio, soberbio, oscuro, lejano, vanidoso, orgulloso y cobarde, fundamentalmente cobarde.
Centrado en sombreros, zapatos de becerro neonato y modas renacentistas, se ha asomado al mundo para cargarse los nacimientos de bueyes y mulos mientras en la cocina vaticana bullían las ollas de la corrupción a la que ni ha sabido ni ha querido enfrentarse.
Las cuentas de la banca vaticana siguen oscuras y Benito dejó caer su hombre, a Tedesqui después de que intentara cumplir su mandato de limpieza. Ni supo defenderlo ni tuvo el valor de cesar al muñidor Bertone y mandarlo a galeras mientras que los niños del coro vaticano eran convenientemente sodomizados por mediación de un diácono bien relacionado con todos los prostíbulos de lujo de la Roma mas corrupta e influyente.
Y se va corriendo como un vulgar gallina dejando, como legado envenenado, un informe secreto cuyas consecuencias y obligaciones no ha querido afrontar. Lo que deja a su sucesor es, en vulgar castellano, un marrón de proporciones bíblicas que no ha querido afrontar.
Y además, se va rodeado de un lujo asiático, se va a una orgía de placer intelectual en un acto de egoísmo edonista cuyo paralelismo histórico podría buscarse en la burla de Sila, dictador y romano ejemplar que se retiró a vivir sus últimos días entregado a una constante orgía de sexo y alcohol. Cada cual a lo suyo, pero no imagino un jardín del edén más placentero para un sacerdote intelectual que el chiringuito que se ha organizado Benito, de verdad. Si eso es humildad, me declaro el más humilde de los corderos con tal de  acceder a los humildes placeres y quehaceres con los que este cobarde pastor llenará sus días y sus horas. 
Nada como ser el jefe para que los aduladores conviertan la cobardía en virtud ejemplar. 

miércoles, 27 de febrero de 2013

Cosas que se saben poco



Hay una asociación, una ONG más bien, que se dedica a buscar medicamentos alternativos para las denominadas “enfermedades olvidadas”, esas que solo reciben un 10% de la inversión de los grandes laboratorios internacionales. Son enfermedades que matan y matan mucho, afectando a más de mil millones de personas, pero eso sí: personas pobres que conforman un mercado sin rentabilidad.
De todo el artículo que se puede leer en http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/02/26/noticias/1361877862.html hay algo que me hace avergonzar y que se refiere a la leishmaniosis, enfermedad parasitaria que ha cruzado el  estrecho y que se ha hecho endémica en España afectando a personas, pocas y a perros, muchos. Bueno, pues para los perros, que sí constituyen un mercado interesante, ya hay vacunas carísimas y tratamientos más caros aún. 
De la misma manera que occidente se enteró del SIDA cuando empezó a matar blancos ricos en lugar de negros pobres, las enfermedades olvidadas matan sin llamar la atención del primer mundo, por mucho que supongan el 90% del deterioro de salud del mundo  o afecten, malaria incluida a una de cada seis personas de este asqueroso mundo.
En fin, que como siempre, hay gente que de verdad merece la pena y hace que nos pongamos colorados al pensar en lo poco que hacemos –es mi caso- para que las cosas cambien y el mundo sea un sitio al que merezca la pena llegar, no como hasta ahora.

martes, 26 de febrero de 2013

La proteína quiere competir


Mas competitividad, imposible
Occidente vive sumido en la sorpresa constante que le ofrece su propia realidad, lo cual no deja de ser sorprendente. Llevamos años oyendo que hay que aumentar la competitividad, que sólo aquellos capaces de adaptarse podrás sobrevivir y que el crecimiento de la economía y de las empresas es la única vía que asegura la salvación.
No entro ahora a discutir la verdad de esa afirmación y dejo mi natural tendencia al margen, de manera que doy por bueno el axioma y trato de comprobar el resultado de esa universal aceptación. Lo que pasa, está pasando, es que todo se supedita a uno sólo de los componentes de la competitividad. Podría parecer que el aumento de elementos cualitativos que componen un servicio o un producto debería mejorar su competitividad, pero eso no funciona: el elemento que determina la competitiva supervivencia de productos o servicios es el coste, el precio puro y duro.
No hay valor que escape a esa verdad, de manera que los proveedores buscan en las alcantarillas y subsuelos aquello que puede abaratar costes. En los servicios se ha roto la barrera de la decencia y se paga dinero por gestionar dinero olvidando la razón que justifica el movimiento original y eso llega a todos los mercados.
Europa vive estos días en estado de shock por la aparición de carne de caballo en productos que deberían estar libres de ella; los musulmanes suizos descubren que se han puesto ciegos de cerdo en los kebabs helvéticos y yo doy gracias a los cielos porque nadie haya descubierto lo sencillo que es cazar ratas en las alcantarillas y meter sus proteínas en cualquier eslabón de la cadena alimenticia.
La cosa no ha hecho más que empezar y los chinos lo tienen claro, de manera que si alguien tiene dudas que mire lo que se come un chino pobre: es la mejor manera de escudriñar el futuro que está por llegar, sin duda. 

lunes, 25 de febrero de 2013

La lejana matinada



Queda tiempo, quizás demasiado tiempo y no está claro que  los tiempos lleguen a tiempo para traernos la deseada matinada que canta Serrat en uno de sus más básicos éxitos. Una canción que canta lo que pasa todos los días en la tierra que es de verdad; la vida que no cambia y que habla de trabajo, de bestias que salen a los pastos; la vida que siempre ha sido y que debemos recuperar como retorno a la verdad.
Hemos perdido el norte, hemos dejado de vigilar el caballo con el ojo del amo y el caballo se ha ido con otro, con el que lo ha vendido a nuestras espaldas. Debemos volver a la santa intransigencia de Unamuno, al más hispánico y racial cabreo cósmico que haga subir la presión de la caldera social hasta que los malos se den cuenta de que la cosa va en serio; hay que hacer de la necesidad  virtud y volver al mirada a lo más básico; debemos recuperar aquella austeridad que no convertía en más lo que era menos;  hay que volver a decirle al loro que todo tiene su ración medida.
Por casualidad y gracias a Spotify me encuentro con un Serrat básico y sincero; un Serrat que habla de lo que es verdad y eso siempre ayuda: lo simple funciona y la indignación colectiva debe ser, algún día, el motor del cambio que muchos demandamos necesario. Falta que algunos más se sumen, que esos que ahora miran al otro lado buscando la justificación del error de los suyos miren dentro y sientan asco de su asco y ya no busquen fuera lo que dentro les regalan a paladas.
Vientos de cambio que deben empujar velas negras de enfado para llegar a buen puerto. Nada más verdad que lo sencillo, tan sencillo y tan verdadero como  lo que sentimos al decir aquellas palabras de amor que un día dijimos porque el amor era, y sigue siendo, una verdad necesaria.



domingo, 24 de febrero de 2013

Volver trayendo el futuro, por favor


No hay maletas de cartón, pero el desarraigo es el mismo


Se están marchando, siguen las mismas rutas que caminaron sus abuelos pero volando; su tiempo es más corto pero su necesidad es la misma. Ellos no saben de los viejos asientos de listones en al tercera d e trenes eternos con vagones enteros oliendo a chorizo, vino agrio y mugre de semanas; pero en sus genes llevan instalada la supervivencia de siglos, la capacidad de buscar, luchar, sobreponerse y la ruta de vuelta en sus circuitos neuronales.
Los emigrantes de los años cincuenta soñaban con volver a sus terruños ara abrir bares y  comprar dos palmos de tierra que la historia había robado al trabajo de sus padres. Los emigrantes de hoy han cambiado la boina por las batas blancas y la maleta de cartón y cuerda por “tablets” y “laptops”: son lo mejor que hemos creado en siglos; son nuestra esperanza y su conocimiento es nuestra inversión; la de verdad, la que nos hace mejores y nos debería permitir crecer como país, no ese ladrillo que nos ha llenado de escombros y estafas.
Debemos trabajar para que puedan volver, pues ellos son nuestro futuro, ellos encarnan nuestra esperanza y los estamos perdiendo. En pocos años ese engrama genético se habrá difuminado y el camino de vuelta será irreconocible.
Se van y se llevan nuestro futuro en sus discos duros, en su capacidad, en su trabajo, en su cualificación y en su formación: por favor, volver.
Volver trayendo de vuelta nuestro futuro, ese futuro que os pertenece y que vuestro país os niega hoy. Nunca los mejores nos han hecho tanta falta.

sábado, 23 de febrero de 2013

Buscando aire




Vuelvo al teclado para escribir algo otra vez y lo hago pensando que no debemos rendirnos por mucho que quieran ahogarnos con su basura. Los que deberían guiarnos nos han traicionado, pero no sólo nos han traicionado “a los de fuera”, no: han traicionado, también, a aquellos de los suyos que han trabajado eficaz y honradamente tratando de construir una sociedad mejor.
No me apetece ponerme a hablar de lo que es obvio y a todos nos indigna, de manera que busco un cambio, una nueva habitación sin contaminar en la que abrir las ventanas buscando aire; un espacio más abierto, más limpio y en el que hablar de las muchas cosas que ellos, los malos, no pueden evitar.
Mientras esos “malos” se dedican a sus maldades hay un enorme ejército de gente honrada y buena que trabaja, se afana y vive dedicada a hacer cosas buenas y que también hacen política y la hacen, muchas veces, en el terreno del heroísmo.
Cuando lo que nos pide el cuerpo es una descalificación global, un insulto universal, hoy que vuelvo a escribir quiere reivindicar y apoyar a esos héroes de la democracia que se han jugado la vida llenando las listas del PP o el PSOE en tantos y tantos municipios del país vasco y a los que sus propios partidos han traicionado y dejado tirados en el desánimo.
Escribo buscando aire limpio mientras trato de levarme por encima de la basura con la que quieren llenar mi vida; me rebelo contra esa inercia de la única manera que puedo hacerlo, de manera que me refugio en mi trabajo, como tantos otros, y en estas páginas que nada importan y nada aportan fuera de mi propio placer al escribirlas. 
No creo que su bajeza merezca que yo renuncie a esos diez minutos diarios con los que cambio de ritmo mi jornada. 
Y a los malos, que les den...y les den mucho, por favor

domingo, 3 de febrero de 2013

Desafección




Cree Rajoy que el tiempo vendrá en su ayuda y que la justicia, tan lenta como siempre, le dará quince añitos para que la cosa se calme, pero me parece que la cosa no se encamina hacia esa calma futura. La ciudadanía se ha instalado en la desafección y me da toda la impresión de que los votantes del PP, al igual que esos amantes que se tornan oscos y vengativos contra aquellos que les son infieles, no van a perdonar esta afrenta.
De repente, los que tanto criticaron la corrupción del PSOE, los que tanto se gastaron defendiendo la inmaculada virginidad moral del PP, han descubierto que su amante era, básicamente, muy zorra.
El votante del PP ha acudido fiel a las urnas en perfecta formación y ha malacostumbrado a los que mandan en el partido. Esperanza lo pone de manifiesto: no me preocupan los de ahí fuera, me preocupan los votantes y yo reo que se equivoca. Por primera vez, muchos, muchísimos de los que estos días gritan en Génova eran votantes del PP, y votantes fieles.
Y digo eran, porque la desafección, esa que hace años visitó al PSOE, ahora reina y amenaza al PP. Las estadísticas revelan que nosotros no creemos ya en los partidos. Han agotado su crédito, no hay banderas, no hay lealtades, hay desgana, indignación, asco y rabia, mucha rabia que nadie ha conseguido canalizar y estructurar; un inmenso caudal de ciudadanos normales, honrados y trabajadores que buscan sin encontrar, que miran sin ver y que gritan sin ser escuchados. 
Huérfanos de gestores, la desafección crece y los políticos piensan que nos tienen cautivos y lo peor es que parecen tener razón. Hay que buscar un pantano que llenar de buenas prácticas y en el que lavar estos años de ignominias. Complicado.

sábado, 2 de febrero de 2013

Vocación de maldad


La atracción del lado oscuro

Hace meses que conocemos, por capítulos como en cualquier serial que se precie, las andanzas de Iñaki Urdangarín, de manera que no creo que sea necesario insistir sobre el necesario imperio de la justicia a la hora de evaluar lo que este señor ha hecho, le ha hecho a la monarquía y nos ha hecho a todos. De verdad creo que sería una pérdida de tiempo y un insulto a la inteligencia de los amigos que esto leen.
La normalidad se comenta sola, pero lo que si creo que se debe comentar es la opción personal del que, teniéndolo  todo a favor para elegir una opción ejemplar, modélica y moralmente elevada, se precipita en brazos de la inmoralidad, el delito y la más sucia avaricia. Lo peor, con diferencia, es que este sujeto ha elegido lo inmoral  teniendo a su disposición un futuro ejemplarizante.
Con el apoyo de la corona, este deportista de élite tenía la vida resuelta y además, tuvo el extraño privilegio de poder liderar causas sociales de altísimo valor: deporte, igualdad, solidaridad y además, con repercusión internacional. Pudo haber ayudado al deporte paralímpico, pudo haber sido presidente del COE y haber montado una fundación; pudo también dar conferencias carísimas facturadas por la intervención del Estado y donadas oportunamente o convertidas directamente en ayudas concretas hechas publicas en memorias anuales. Y todo, ganándose la vida extraordinariamente bien en un puesto representativo de Telefónica o similar.
Rechazó la luz para abrazar el delito, la codicia más infame y en lugar de optar por lo mejor, se entregó a una orgía de insensatez e impunidad pensándose intocable. Deleznable, imperdonable y mezquino. Uno de los ejemplos más asquerosos de la degeneración moral a la que puede llegar el ser humano.

viernes, 1 de febrero de 2013

Una foto de otros tiempos


Toda la crisis condensada en una sola foto


Esta mañana me he encontrado con una realidad distinta que me ha asaltado desde los oscuros tiempos de la memoria casi perdida. Un vendedor ambulante en la Plaza de Sol, mayor él y con un cajoncito bien cuidado colgando del cuello enseñaba tranquilo la mercancía. La sorpresa ha sido tanta que a pesar de prisas y conversaciones en el móvil, me he detenido, he comprado y he hecho una foto que podría haberse tomado en el mismo sitio, a la misma hora pero cincuenta años atrás.
Es una foto más propia de la posguerra que del siglo XXI, pero es una enciclopedia entera que demuestra que la realidad aguarda y espera tranquila, sabe que volveremos a ella por mucho que nos empeñemos en correr hacia las estrellas o hacia un lujo absurdo que nos aleja de tierra, del sol, la lluvia y la noche estrellada que nos espera tras la luz de las farolas.
Hoy me he encontrado, de nuevo, con el olvidado “paloluz”, que en realidad se llama paloduz según la academia en su acepción más popular y orozuz en un nombre que jamás había oído. El diccionario lo define como: “(Del ár. hisp. ‘urúq sús o ‘írq sús, y este del ár. clás. ‘irqu [s]sús; cf. port. alcaçuz).1. m. Planta herbácea vivaz de la familia de las Papilionáceas, con tallos leñosos, de un metro aproximadamente de altura, hojas compuestas de hojuelas elípticas, puntiagudas, glaucas y algo viscosas por el envés, flores pequeñas, azuladas, en racimos axilares, flojos y pedunculados, fruto con pocas semillas, y rizomas largos, cilíndricos, pardos por fuera y amarillos por dentro. Es común en España a orillas de muchos ríos. El jugo de sus rizomas, dulce y mucilaginoso, se usa como pectoral y emoliente.”
La academia puede decir lo que quiera, pero la foto es de un vendedor de PALOLUZ que ha vuelto de nuestra infancia para decirnos que a pesar de lo mal que estamos, todavía hay muchas plantas por debajo de nuestros pies y que podemos bajar mucho más todavía. A pelear, gente.