No hay maletas de cartón, pero el desarraigo es el mismo
Se están marchando, siguen las mismas rutas que caminaron sus abuelos pero volando; su tiempo es más corto pero su necesidad es la misma. Ellos no saben de los viejos asientos de listones en al tercera d e trenes eternos con vagones enteros oliendo a chorizo, vino agrio y mugre de semanas; pero en sus genes llevan instalada la supervivencia de siglos, la capacidad de buscar, luchar, sobreponerse y la ruta de vuelta en sus circuitos neuronales.
Los emigrantes de los años cincuenta soñaban con volver a sus terruños ara abrir bares y comprar dos palmos de tierra que la historia había robado al trabajo de sus padres. Los emigrantes de hoy han cambiado la boina por las batas blancas y la maleta de cartón y cuerda por “tablets” y “laptops”: son lo mejor que hemos creado en siglos; son nuestra esperanza y su conocimiento es nuestra inversión; la de verdad, la que nos hace mejores y nos debería permitir crecer como país, no ese ladrillo que nos ha llenado de escombros y estafas.
Debemos trabajar para que puedan volver, pues ellos son nuestro futuro, ellos encarnan nuestra esperanza y los estamos perdiendo. En pocos años ese engrama genético se habrá difuminado y el camino de vuelta será irreconocible.
Se van y se llevan nuestro futuro en sus discos duros, en su capacidad, en su trabajo, en su cualificación y en su formación: por favor, volver.
Volver trayendo de vuelta nuestro futuro, ese futuro que os pertenece y que vuestro país os niega hoy. Nunca los mejores nos han hecho tanta falta.
ResponderEliminarNo sé si volverán, ojalá, los que yo conozco y se fueron hace ya tiempo han hecho su vida en el extranjero y sólo vienen de vacaciones. Habrá que intentar hacer lo que dices, trabajar para que puedan volver, porque les necesitamos y les echamos de menos, y quieren regresar, pero están a la espera de que éste país sea capaz de darles una oportunidad.