La realidad como imposible

Montoro pensando una oferta "que no se pueda rechazar"

España se deshace en una especie de parodia de sí misma que nos lleva al suicidio. Es simple, es directo, es irrevocable: no hay salida posible sin un cambio absoluto de las reglas y de las conductas que se han adueñado de la vida pública.

España está podrida, nos la han podrido a base de corrupción y de alimentar a parte de la población con en el sueño efímero de la corrupción compartida que muchos han aceptado pensando en que es normal, que del dinero público es lícito aprovecharse porque “todo el mundo lo hace o lo haría si tuviera posibilidad”. Eso nos ha matado y ahora el cadáver hiede sin que nadie consiga reanimarlo. Todo lo más, algunos trata de perfumar el ambiente para contrarrestar el hedor.

Lo que está pasando en los dos grandes partidos no es más que una tragicomedia bufa que nos lleva de un absurdo a otro sin descanso; de Ponferrada a los imposibles monólogos de Cospedal sobre las ficciones administrativas de una indemnización inexistente todo es parte de la misma obra parida por un demente. 

Lo peor es que todo eso ocurre a costa de una población que, en gran medida, trabaja y se esfuerza de manera modélica y que busca referentes para una realidad que alguien ha convertido en caótica sin consultarles.

¿Puede alguien, con dos dedos de frente, pensar en que los que deben guiarnos a la salida no han perdido el rumbo hace tiempo? ¿Puede alguien dejar de ver que el Ministro de Hacienda se ha convertido en poco menos que un mafioso proteccionista que amenaza a los críticos con hacerles una paralela si no “colaboran” o pagan la protección del capo?

No, desde luego. La realidad se nos ha tornado imposible y descontrolada, se ha fugado hasta el universo del absurdo y no tenemos  posibilidad de hacerla regresar.