Ella elige el derecho por encima del decoro
Lucía Figar, de la que dicen que está llamada a más altos destinos, tiene todo el derecho del mundo a solicitar una ayuda para la guardería de su prole, es cierto e innegable. También es cierto que Lucía Figar vive ajena al más elemental decoro, ese que obliga, nobleza mediante, a quedarse fuera de aquello que forma parte de su trabajo como administradora de la cosa pública.
No dudo de que es una ciudadana más, pero tambo dudo sobre su condición de política, de gestora y de gozar de un nivel de ingresos que le permite mantener los pagos de la guardería sin una excesiva tensión en las economías familiares.
El derecho, desde mi punto de vista, deber retirares ante el imperio del decoro, pero las huestes políticas de este país, con especial mención a la desmelenada legión del PP madrileño, no parecen muy partidarias de mantener este simple axioma.
¿Que queda de alguien cuando verde el decoro? Desvergüenza, me parece
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