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viernes, 1 de noviembre de 2013

Juicio A la historia

Una obra camino de merecer el olvido y el desprecio.
Y no le afectan los recortes, hay que joderse.

 
España cuenta con una institución merecedora de las mejores técnicas de demolición, voladura y derribo: la Real Academia de la Historia, dedicada a cubrir las páginas de nuestra historia reciente de ignominias, mentiras e indignación. Nos han llegado notas sueltas de su última y ciclópea obra: El Diccionario de la Historia que, además de falsedades dignas del más idiotizado hagiógrafo franquista –cosas de la elección de los académicos  y sus tareas – nos ha deparado otras perlas realmente curiosas.
No tuvieron bastante con  vilipendiar a la intelectualidad toda incluyendo, entre sus miembros destacados, a dos animales de bellota cuya mejor contribución a la elaboración del pensamiento se basa en frases de tanto mérito como “Cuando oigo la palabra cultura, saco la pistola” o la inmortal “si veo a mi hijo en el bando de enfrente, lo fusilo”: el general Yagüe y el Coronel Millán Astray son los padres de tales salvajadas cuyo valor les bastó para que el diccionario los insultara con el calificativo de “intelectuales”. Debe ser por el miedo que daban a los tales.
El elenco no estaba completo y faltaba ensalzar a uno de los más siniestros del grupo golpista, pero la elección es espeluznante: Queipo de Llano, Capitán General de Andalucía y uno de los personajes más siniestros, crueles y hábiles de aquella ignominiosa tropa. Imagino que los movimientos feministas y las mujeres, todas, del arco parlamentario se movilizarán como una sola indignación contra las alabanzas realizadas a alguien que se vanagloriaba de las violaciones cometidas por legionarios y tropas regulares de Marruecos contra las mujeres andaluzas a las que felicitaba por “haber conocido a hombres de verdad en lugar de esos milicianos maricones”.
Hay dos cosas que hacer de forma inmediata: cerrar esa academia y pedir perdón por la ofensa a todas las mujeres que sufren, hoy todavía, el desprecio de animales como aquél y como el que, hoy en día, tiene la bajeza de calificar de brillante militar al autor de acciones como esa. Por si no fuera bastante, recordemos otra de sus hazañas relacionadas con paseos y asesinatos: “Café para todos”. Traducción: que les peguen a todos un tiro en la nuca.
Vergonzoso.

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