Rajoy, en compañía del Espíritu Santo, habla en perfecto castellano con el presidente finlandés. Lo que no consiga Rouco para su paisano.
¿Para qué esperar 100 días si podemos consagrar a Rajoy hoy mismo? Eso nos enseñan desde la prensa moderada - la que debe ser y no la basura que llega desde los sectarios panfletos marxistas - que alaba adecuadamente el triunfo comunitario de Rajoy en Bruselas. Practicante fervoroso, ha recibido una de las gracias atribuidas al espíritu y hasta consigue que las lenguas no separen a los hombres sino que los unan. En perfecto castellano les cuenta a todos, presidente de Finlandia incluido, sus grandes logros y mejores proyectos. El Espíritu Santo le asiste pero el finés, con una cara de pasmo ajena a la iluminación espiritual, parece estar diciendo ¿Pero qué coño me cuenta este pavo? Cosas de los herejes ya se sabe, tan escépticos ellos ante la bajada de las lenguas de fuego. ¿Quién necesita el inglés teniendo a su lado la inspiración del Espíritu? Que aprenda Zapatero, que es un hereje.
¿Para qué esperar 100 días si ya podemos ensalzar a Gallardón por su diligencia? Unas semanas y ya se ha manifestado como el político progresista que siempre ha sido anunciando que la ley del aborto pasa a mejor vida en cuanto el calendario parlamentario lo permita. Este chico va a colapsar el registro con medidas tan avanzadas y tan modernas que hasta cuenta con el apoyo del liberal y aperturista Jiménez Losantos.
Nunca 100 días de gracia fueron tan innecesarios para constatar que este país se va a volver a vestir de cuaresma y a perfumar de olor a cirio, incienso de sacristía y polvo de sala de visitas; que la foto de Cospedal era premonitoria. Según el dicho, siempre vamos tras los curas, con un cirio o con un palo. El palo no lo hemos visto y se han librado a pesar de sus lloriqueos de empollón miedoso en el patio de colegio, pero me temo que nos esperan unos cuantos años de cirio procesional y noches de adoración.
Que pereza, de verdad: que enorme pereza me da ser español en estos tiempos.