Las marcas hace años que no piensan y los espectadores indignados lo tienen fácil: cambiar de canal.
He estado calladito y comedido sobre el tema, que la cosa tiene su aquél y me apetecía esperar acontecimientos para ver cómo acababa la cosa. Por si el título no basta, aclaro que refiero al contencioso establecido entre las marcas comerciales y Tele 5.La cosa no me gusta, como no me gusta la programación televisiva en general, orientada a la explotación de la parte más oscura de la personalidad colectiva.
Dicho esto, tampoco me gusta la postura de las marcas, que hace años que decidieron no tener nada que decir ni que hacer en los contenidos de los programas que alojaban sus anuncios. El programa boicoteado no es mejor ni peor que otros cientos que se han emitido y se emiten a diario en muchísimas televisiones, de manera que lo primero que habría que investigar es el origen de la corriente social que pide la retirada de las marcas de ese programa.
Aceptar esas corrientes de opinión es peligroso y además, abre la puerta a la salida del monstruo de la censura económica, de la domesticación de las cadenas a los intereses de las marcas. Eso, cuando se trata de cera para los suelos no suena peligroso, pero cuando hablamos de información económica o de los intereses de los grandes bancos la cosa asusta bastante.
Las marcas siempre han podido elegir donde salir o no salir, pero pagando más, de manera que optaron por comprar "cabezas" en lugar de comprar "espectadores de determinados contenidos". Uno de los problemas que aquí se pone de manifiesto es que las compañías quieren publicidad barata y nada más que eso. Si ahora se rasgan las vestiduras, sólo es teatro, ni más ni menos.
En cuanto a las televisiones, podrían aprender de la movida y elegir contenidos algo mensos degradantes para la inteligencia, que a lo mejor todos nos divertíamos más.
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