Más marcas en la culata

¡Malhaya ese 2011!

Se termina el 2011 y se va dejando una estela que, como las olas de marea que remontan la corriente de algunos ríos, retrocede en lugar de avanzar y nos deja un poco más desvalidos ante un futuro incierto y poco brillante.

Se va el 2011 sin que el pensamiento político occidental haya sido capaz de dibujar un proyecto al que seguir con ilusión; se van sin dejarnos elegir entre distintas opciones de sociedad. Cada vez más planos, cada vez más desarmados y cada vez más entregados a un cambio de era en la que veremos cambiar los valores y abandonar la visión occidental del ser humano por otra mucho más orientalizada.

Asia se presenta como el líder del futuro a costa de un Occidente gastado cuyo líder, Estados unidos, optó por gobernar el mundo a través de la dominación económica cuyo control s ele ha escapado de las manos. El dinero ha cruzado el Pacífico y desembarcado en esa China post lo que sea que se consolida como nuevo amo del mundo económico y financiero. El que paga manda y China ha comprado deuda y voluntades como para que todos seamos conscientes de que hay un nuevo matón en el colegio.

La vida pública española ha demostrado, una vez más, su deterioro y su degeneración conducida por líderes pequeños, sin altura moral o intelectual en consonancia con la música que llega de Europa, un sueño diluido entre muchos sueños pequeños que intentó crecer más allá de lo que sus cimientos permitían.

Pasa un año en el que hemos visto conductas ejemplares, pocas, y hemos visto lo peor del ser humano ejerciendo un poder casi absoluto. Y hemos visto cambiar la corriente en España sin que lo esencial haya cambiado: mentiras, medias verdades, uso del lenguaje para intentar maquillar la realidad y desgana, mucha desgana entre esa gente normal que ve como la borrasca oscurece el cielo sin que el sol tenga espacio para recordarnos su existencia.

Al infierno  vaya este mal año que tanto daño sembró.

Y Ana Botella, Sra. de Aznar, no se ha ido todavía. Delenda est Botella.