Las ilusiones pasadas

Que la magia siga presente en vuestras vidas, aunque sólo sea una noche al año

El tango canta que "las ilusiones pasadas yo no las puedo arrancar" y es verdad, no se puede arrancar la nostalgia que produce el amanecer de un día de reyes sin la ilusión ciega que llena la casa cuando hay niños que esperan milagros. La madurez trae conocimiento y sabiduría, pero nos va extirpando la magia con cada día que pasa y la vida se hace, a la vez que previsible, un poquito más gris, mas triste y menos luminosa.

Disfruto del recuerdo de las mañanas en las que mis hijas despertaban a una realidad imposible que, por un día, cambiaba su mundo de arriba abajo. En nuestra casa, imagino que como en muchas otras, lo imposible se hacía real de una manera palpable, irreprochable: en el jardín se podían ver las huellas de los camellos y caballos en forma de estiércol; la casa entera se cambiaba y montañas de globos tapaban el suelo, regalos y colgaban de techos y cerchas.  La fiesta terminaba días después, cuando la mágica cortina “de oro” desaparecía misteriosamente para que ls Reyes pudieran volver a colocarla el año que viene.

Para mi, era el día; era el momento, era una conexión con algo que ya no me alcanza, con un mundo que se ha ido y que no se si me alcanzará otra vez a través de nuevos niños que lleguen al núcleo de la familia, pero eso es algo que sólo el futuro sabe.

Reniego de lo que para los nuevos niños supone la pérdida de la inocencia, de esa inmersión en la realidad que cada vez les alcanza antes, a los 5 o a los 6 años, justo en los años en los que más podrían disfrutar del misterio y de la ilusión. Por otra parte, felicito a los que, mayores y sabios, son capaces de recrearse niños y hacer magia para que los niños sepan que, mientras seamos capaces de creer en lo imposible, a veces lo imposible sucede porque alguien es capaz de seguir creyendo en la magia de una noche especial.