Mágicos espacios

Un espacio que nos hace mejores

 

El ser humano alcanza, muy de tarde en tarde, altísimos niveles de sofisticación que son complicados de explicar si miramos la zafiedad de la realidad que nos rodea. Como especie somos contradictorios, mezquinos, violentos, despiadados, traicioneros, ambiciosos y ruines, pero de cuando en cuando se produce una explosión de espiritualidad que hace nos hace concebir lejanas esperanzas para el colectivo.

Un ejemplo de lo todo este largo y farragoso preámbulo se encuentra encerrado en la belleza de la fotografía, un espacio en el que crece el deseo de ser mejor; la necesidad de saber, entender, mejorar y esforzarse por estar a la altura de lo que ese templo del conocimiento espera del hombre. Ni siquiera debemos darnos por aludidos como individuos, lo que ese espacio representa es un reto para el hombre como especie, una meta de expansión, de ejemplo, de preservar y expandir aquello que nos hace mejores y más sabios.

Ahora que estamos sumidos en la depresión y el desánimo, podemos mirar los miles de libros que esperan pacientes a ser leídos y contribuir, de esta simple manera, a que la especie mejore. ¿Cuántas de estas catedrales serían necesarias para erradicar lo peor de nuestras inclinaciones? Probablemente millones, pero con que una sola permanezca viva y se ofrezca, maternal, para acogernos, es posible mantener la esperanza: algún día la razón tendrá la oportunidad de reinar sobre el absurdo.

La foto habla de templos del ateísmo, pero creo que se equivoca: simplemente templo, un lugar en el que el saber es reverenciado y valorado. Lo que el saber le otorgue a cada uno dependerá de la suerte, la fortuna, el miedo o la esperanza, pero no hay duda de que cada uno de esos libros es un escalón hacia la libertad: seguro.