Leo que la derecha más a la derecha de la derecha española tiene envidia del éxito alcanzado por la simplicidad de los planteamientos que sostienen el Tea Party americano. La derecha de la derecha, esa heredera del Dios, Patria y rey, pero Rey de los de antes, añora los conceptos claros que durante tantos años rigieron nuestro destino. La complejidad y la relatividad son destructivas, un poco amariconadas y conducen a los pueblos a no saber en qué lugar se encuentran con respecto a lo que es bueno y a lo que es malo.
Los de la derecha de la derecha española, los hoy mal llamados “liberales”, sienten envidia de la admiración pública que sostiene a Sara Palin, especie de Ana Botella a la americana capaz de liarse al tener que colocar Europa en un mapa de la misma forma que Ana Botella se liaba al intentar calificar el matrimonio homosexual sin que se le vieran las ganas de vomitar al jugar con las peras y las manzanas.
La derechona española quiere quitarse el velo de una vez y mandar al cuerno al PP, que niega su existencia y les coloca en el amariconado centro; ese sitio que ni es chicha ni es limoná y que hace crecer su envidia de pene respecto al viril y desacomplejado búnker americano.
¡Ah que nostalgia de aquellos tiempos en los que la gente de bien de toda la vida podía manifestar libremente su sentimiento de superioridad; la fe ciega en un Dios que les atendía especialmente a ellos, sus favoritos; de esos tiempos en los que los librepensadores podían ser quemados en la hoguera y los moriscos expulsados del país! El Tea Party quiere volver a los muelles de Boston para llenar sus aguas con el té impuesto por Inglaterra a sus colonias; el Tea Party quiere una revolución ciudadana que busque aquellas raíces de sublevación individualista en la que el estado desaparece y sólo queda el gobierno de Dios; aunque los padres de la patria fueran masones, para unos, y poco dados a la religión para otros.
Deseo fervientemente, desde hace bastantes años, que la derechona española se manifieste en todo su esplendor y ponga de manifiesto la pobreza de sus planeamientos, la casposidad de sus intelectuales, lo miserable de la reivindicación de sus privilegios y la falta de seguidores manifestados en las urnas, a pesar de la crisis galopante.
Ese movimiento, que pide América para los americanos -imagino que para los cuatro indios que quedan en las reservas - que persigue a los espaldas mojadas y a cualquier otra etnia diferente a los blancos, anglosajones y protestantes para reivindicar prácticas fascistas da asco y su pretendida altura moral es una fábula. Son zafios, incultos, groseros, fascistas y muy muy mal intencionados, tanto que no se detienen ante nada para denigrar a sus enemigos. Lo que están haciendo con Obama es digno de un catálogo de bajezas y calumnias, pero les es igual, que lo importante es echarlo como sea de la Casa Blanca.
La Derecha, en España, decidió sacrificarse y esconderse abnegada, ofreciendo su sacrificio a la causa de las urnas. Hoy, años después, los jóvenes cachorros quieren quitarse la máscara y declarar lo que son y, en su confusión, piensan que son muchos, pues consideran que ellos son “los normales”. Si alguien duda, que se sacrifique y siga esos programas de TV en los que estos nuevos abanderados del fascio se autoconvencen de la bondad de sus aspiraciones. Dan asco pero no lo saben, porque para saberlo, deberían mirar alrededor y darse cuenta de que el mundo se olvidó de ellos un 20 de Noviembre de hace muchos años. Deo Gratias. De lo miserable de contaminar el aniversario y el lugar de la gran marcha por derechos civiles con esa última convocatoria, ya hablaremos otro día.
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