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jueves, 9 de diciembre de 2010

Elogio de Vargas Llosa

Por si alguien no quiere leer pero si escuchar, que vale la pena, de verdad.
Antes de seguir: si alguien no ha leído el texto íntegro del discurso de Mario Vargas Llosa en Estocolmo, que por favor, antes de hacer nada más, ni comer, ni dormir, ni ver la tele, que actúe sobre el siguiente enlace y se disponga a pasar un rato muy agradable para luego, volver por aquí a ver si está de acuerdo con lo que voy a escribir.   

El discurso, desde el punto de vista formal, es perfecto: pleno de cariño y amor por la palabra, por el oficio y por el cotidiano milagro de la escritura. Consagra la lectura como uno de los más grandes hitos de la humanidad, si no, el más grande. Habla con admiración y agradecimiento de los grandes autores que le enseñaron a convivir con su propia pasión y le permitieron alcanzar una perfección formal magnífica, virtud de la que hace gala en toda su obra.
Me gustan los aspectos formales, pero el fondo es tan humano, tan sencillo en la explicación de su evolución personal, tan biográfico en sus descubrimientos, experiencias y vivencias que consigue dar una imagen pulcra, sencilla, normalizada y cercana que es magnífica. No comulgo con sus opiniones, pero me da exactamente igual, pues están llenas de su propia razón, personal e intransferible que respeta lo que merece respeto y denigra lo que, según entiende el autor, debe ser denigrado. Es curioso que no hable mal de las personas, sino de los sistemas, pues creo recordar que no hay mención alguna de un nombre concreto. (Es posible que me equivoque, pero como lo volveré a leer varias veces, si es así, rectificaré)
En las 19 páginas del discurso podemos encontrar afirmaciones brillantes, como cuando escribe, refiriéndose al momento en el que aprende a leer y escribir que “es la cosa más importante que me ha pasado en la vida”. Y, probablemente, también la más importante que le ha sucedido a la humanidad; que gracias a ese arte y a esa herramienta, es capaz de acumular, en los libros y documentos, el acervo de conocimiento de muchas vidas; las emociones de muchos mundos y las pasiones de todos los dioses que en nuestra imaginación viven. Vivimos la lectura y la escritura con el mismo desprecio que vivimos muchas otras grandes cosas de nuestra vida, así que es bueno que alguien, dedicado al arte de contar cosas, nos recuerde que es feliz haciendo lo que hace y dedicando su vida a algo tan trivial como inventar cuentos y narrarlos.
Reparte, generoso, elogios y bendiciones a sus colegas escritores, sin que sus diferencias ideológicas interfieran en la admiración de las obras por ellos firmadas y al hacer grandes a los otros, se engrandece a sí mismo y a su trabajo. Inteligente demostración de que sólo es grande el triunfo sobre el grande, no sobre el pequeño. Habla, también, de la universalidad que aporta el deseo de conocer y dejarse contagiar por otras culturas y sistemas de vida, lo cual le lleva a denigrar, como armas con igual capacidad de destrucción, a la religión y al nacionalismo; o lo que es igual: a lo excluyente, a lo cerrado, a lo intransigente y a lo dogmático. Lo firmo sin dudar ni un segundo.
Y como no quiero alargarme, especialmente genial todo el desarrollo que realiza sobre el odio a lo español en Latinoamérica. Sencillamente genial y auto inculpatorio, asumiendo que, separados de España hace doscientos año, los países quejosos de la herencia española, tampoco han hecho nada para remediar aquellos males con los que siguen conviviendo tras la liberación del opresor, que dos siglos dan para trabajar mucho y no se ha hecho nada.
Me parece estar oyendo a mis amigos más marxistas despotricando de mi entreguismo, pero de verdad: ¿no os gustaría que en España los discursos políticos se realizaran con tanta reflexión, educación respeto y armonía como este discurso muestra? Y pos si alguien se queda en el estereotipo del anti castrismo: este señor apoya el matrimonio homosexual, las leyes de divorcio y aborto, todos los avances sociales habido y por haber y si, es muy conservador en lo económico, pero ojalá toda la derecha americana fuera igual: sería una maravilla, de verdad.

2 comentarios:

  1. Vargas llosa es un regalo para los oidos. Cuando le concedieron el nobel, Javier Rioyo contó en la radio que cuando se presentó a las elecciones en su pais, fue a un pueblo perdido en las montañas y muy elengante en el vestir y al hablar les dió un discurso que todavia hoy, las personas que le oyeron se estan preguntando quien es ese señor tan educado y que hablaba tan bonito.

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  2. Maravilloso. Un alarde de sentimientos y de buen sentido. Una exposición magistral hecha con las palabras justas y elocuentes que penetran sin herir a nadie ni a nada.Una buena educación que debería contagiarse a quienes le han escuchado en silencio o le han leído enbelesados sin darse cuenta de la grandeza y la sencillez de sus palabras.
    a.m.

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