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domingo, 12 de diciembre de 2010

Hay que andarse por las ramas

Un árbol rendido al tiempo nos cuenta historias pasadas de reyes y peregrinos

Desde siempre hemos oído, precisamente, todo lo contrario. Se nos ha pedido que “no nos andemos por las ramas”, como si las ramas no fueran importantes, como si el discurso tuviera que quedar circunscrito a aquello que todos consideran como importante sin caer en la cuenta de que “todos” no es lo mismo que “los adecuados”; que “todos” no es lo mismo que “los que saben”; que ese todos y el “los que importan” se diferencian tanto que justifican siglos de guerras o de diferencias sociales irreductibles.
¿Que aporta el TODOS? En este caso, nada, porque las ramas a las que me refiero configuran y constituyen un universo que podemos contemplar siempre con asombro y con el eterno descubrimiento de todo lo que es nuevo y nos emociona. Siempre el momento será diferente; la luz nunca será la misma; nuestro ánimo cambiante y diferentes los musgos y líquenes que cubren las ramas de los pinos y los robles que bordean el precioso camino que desciende, desde el Puerto de Navacerrada, hasta el pueblo de Valsaín.
Camino Real que conducía a los Reales Sitios de La Granja de San Ildefonso y que hoy, pasada la historia por encima de sus gastadas piedras, ha quedado para solaz y disfrute de caminantes que recorren sus valles con todo tipo de necesidades ocultas en las botas o bicicletas.Camino de Santiago durante un trecho hasta el desvío segoviano que se abre hacia la izquierda. Son, más o menos, 20 kilómetros de asombrosos paisajes; de pinos torturados que retuercen sus ramas bajo el paso de las nevadas de siglos; testigos de una historia que tratamos de olvidar pero que, desde el piñón a la muerte, se deslizó bajo sus ramas cuando las expediciones reales se trasladaban desde Madrid al Palacio de la Granja o veían pasar al peregrino camino de lejanos campos de estrellas cercanos al “finis terrae”.
Hoy, como el esqueleto de la foto, ya no pueden contarnos más; de sus secas ramas ya no se desprenden piñas y piñones; en sus horquillas no construyen nidos las águilas o los cuervos; solo pasa el tiempo entre los desnudos muñones descarnados que no se acuerdan del verde de la primavera ni de las aguas del otoño.

Cerca de ellos, cerca de esos pinos altos y tallados por la mano de los expertos leñadores del valle, se deslizan torrenteras y regatos que saltan, como cabras, de risco en risco y de puente en puente atravesando el camino sin dañarlo. Sabios los artesanos que hace décadas dejaron marcado el modo en el que acomodar el viaje del agua hasta los valles para que no se llevara por delante suelos y cercas; obstáculos que se dejan atravesar sin sufrir daño en por las riadas anuales.
El camino se abre entre pinares bien cuidados, con paisajes enormes, preciosos, amables que se ofrecen a los pasos tendiendo alfombras de suaves verdes y barros delicados que invitan al caminante a disfrutar en cada paso; de cada suavidad bajo sus pies. Hay poco sitio en la memoria para acumular tanta enorme belleza, hay que calmar el deseo de volver a cada rato para recordar el detalle; el olor, la sensación del aire en la cara; de buscar el tiempo necesario para preguntarle a cada tronco que llama nuestra atención por su propia historia y que nos la cuente despacio, acomodando el discurso al tranquilo y reposado ritmo de un vino bien compartido.


Los caminos de estos valles se olvidan del pasmo del viajero cuando, abiertos a los cielos, nos dejan ver cimas y crestas que ofrecen espectáculos inmensos; sendas abiertas a praderas y collados en los que se adivina el buen pastar de ganados asentados en la zona tras siglos de crianza. El camino de hoy ha sido un largo sobresalto de belleza en belleza sin reposo que hace olvidar el madrugón necesario para no alargar demasiado la mañana en la excursión y retrasar la comida.


Pocas veces doy tantas referencias, pero si alguien se ha quedado con la tentación de seguir los pasos, que busque mapa y más fotos en

http://trotamontes.org/marconavacerradagranja.htm

No se arrepentirá, de verdad.



1 comentario:

  1. Si alguien sabe decir lo que yo pienso y recuerdo del tiempo en que también me gustaba pararme a cada paso para observar los mínimos detalles de los bosques, de los riachuelos, del olor de la naturaleza salvaje, ese eres tú., La fotos muy buenas. Las colgaré en una carpeta de "añoranzas" para verlas de vez en cuando si noto que la nostalvia me invade.En casa guardo osas que sorpenden a quien las ve. ¿Por que tienes estas piedras ? ¿Por qué guardas esta rama tan rara ? Pobres, no eentienden que todo esto forma parte de ratos inolvidables en los que me paraba en cualquier sitio para recogerlas porque luego me hablan y yo las oigo.
    Gracias Tranbel por estos buenos ratos de los que participo.
    a.m.

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