Recuerdo que nuestro presidente se hacía fuerte en una idea que se repitió hasta la saciedad en la campaña electoral. Hay que devolver la confianza a los mercados y yo sé como hacerlo. Parecía seguro de que su sola victoria abriría caminos en las aguas turbulentas tal y como la vara de Moisés mostró los sumergidos caminos del mar Rojo. Su calma calmaría a los mercados y las entidades financieras reconocerían su sabiduría: todo eran ventajas.
La cruda realidad ha llegado y varios recortes después, podríamos hablar de sangrientas amputaciones después, los mercados le han hecho un cruel corte de mangas a D. Mariano: el puñetero diferencial de la deuda se ha disparado muy por encima del de Italia y el BCE ha tenido que entrar a saco en los parquets. Hay tanta confianza en nuestro preclaro gobierno que pagamos más de un 6% cuando Alemania paga el 1,77%. ¿Razones?
Me imagino que hay más, pero me quedo con dos muy gordas y bastante obvias:
1º.- No hay una sola medida en los presupuestos y en sus estrambóticos remates que hable de incentivar empleo, inversión, producción ni gaitas en vinagre. Ergo: ¿me quiere alguien contar cómo se saca pasta de una economía tiesa como un cadáver? El presidente de la comisión lo desconoce. Y yo también.
2º.- Amnistía Fiscal: Se calcula que la bolsa de fraude patria es de 70.000 millones de euros, equivalente a un pastizal enorme. Parecería lógico perseguir ese fraude con todos los medios que tiene un estado moderno para hacerlo y cobrar lo que se nos debe a todos. Eso sería lo justo, lo lógico y lo normal. Si calculamos por lo bajo, una imposición media del 30% de esos 70.000 nos daría 21.000 millones que yo nos los gano todas las semanas. En su lugar, el gobierno da una amnistía que, en el mejor de los casos, nos aportaría 2.500 millones. ¿Qué lectura hace Europa? España es un lupanar en el que gobierno no manda un cuerno, con perdón. Seguimos siendo, con independencia de lo que pensemos los cabreadísimos paganos españoles que asumimos con civismo nuestras obligaciones, un país de pandereta y cachondeo; un país en el que los ricos y los ladrones han campado a sus anchas y del que no puede uno fiarse, pues van a seguir haciendo mangas y capirotes con sus obligaciones fiscales, que el mensaje es claro: el gobierno ha reconocido su incapacidad para hacer cumplir la ley y poner orden en las cuentas de la hacienda pública de manera que los golfos ni han pagado, ni pagarán. Son golfos y chorizos, no gilipollas.
Creo que esas dos razones pueden, lamentablemente, explicar mucho de lo que está pasando
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