Crisis de todo y sentido del humor: a la monarquía empiezan a crecerle los enanos.
Las crisis hacen que todo se ponga en duda y que los que perdieron terreno cuando se optó por lo que ahora no funciona del todo bien reivindiquen lo perdido. España hizo la transición que hizo gracias a las enormes renuncias de la izquierda y a la asunción de un invento que se nos ha ido de las manos y cuyo origen está, una vez más, en el lugar ideológico de la derecha: el nacionalismo, tanto de CiU como del PNV.
De la primera gran renuncia asumimos la monarquía y de la segunda, las autonomías. Años más tarde, la primera deja ver sus carencias y las segunda sus excesos, de manera que ambas se han convertido en blanco de las iras de…¡La extrema derecha! Curiosamente, muchos de los republicanos – y a pesar de lo que dice mi amigo José Luis, me incluyo entre ellos – hemos estado haciendo un forzado balance que salvaba a Juan Carlos hasta que la manta mental que le echamos en su día ya no tapa la enorme extensión de lo que empieza a ser un desastre global. Como al burro del sardinero, a la Casa Real le han puesto encima demasiado y el caso Urdangarín desvela miserias e insatisfacciones. Las infantas se han convertido en personas casi non gratas; el nieto casi se vuela un pie en un accidente absurdo que generará una sanción en la que se cebará la prensa y de Felipe nadie sabe nada. En cuanto a Juan Carlos, todavía su historia le permite tirar de prestigio personal (vale, nos tapamos la nariz y miramos al techo) y llegar al final, pero me parece que la cosa no dará para mucho más. Felipe lo tiene cada vez más negro.
¿Y vendrá la república? Espero que si y que además sea una república sin excesos de estructura, con un presidente que no tenga que hacer nada y cuyo nombramiento no dependa de elecciones y campañas y partidos y…corrupción, vamos. Un presidente elegido por el Parlamento por un buen taco de años y que no sea fuente de nada más que buen rollito y aún mejor: nos inventamos una república sin presidente y cuya máxima representación sea el parlamento y el Presidente del Gobierno. Más baratito y mejor.
En cuanto a las autonomías, el momento debería servir para retomar sus orígenes y acercar la política a los ciudadanos sin que eso nos cueste un riñón, parte del otro y una caterva de administraciones que se empujan sin llevar a cabo ningún servicio de forma lógica.
Estamos en crisis y estoy seguro de que esto se llevará por delante muchas cosas, incluido un modelo social que creía en la dignidad de la ciudadanía y no en clasificarnos según el dinero que podemos aportar a las cuentas de las corporaciones.
Es triste comprobar que ni siquiera somos súbditos y que la política ha huido dejando el campo libre a las empresas. Hemos empezado una mudanza que no tiene destino conocido.
Nota: si alguien tiene tiempo e interés, en este enlace encontrará la lista de agravios reales que un militar utiliza para argumentar en su defensa. Largo pero curioso el autor, facha donde los haya despellejando "al Borbón". Herencias de Fernando VII.
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