Lo que ahora estamos viviendo deja secuelas: que nadie lo dude.
Para algunos es importante el juicio de la historia, pero yo creo que un juicio es excesivamente subjetivo como para que pueda ser un buen indicador de los hechos históricos y prefiero fiarme de las estadísticas, esas cajas negras que además de no mentir, lo ponen todo en el adecuado hueco y acomodo de los hechos.
¿A que viene esto? Pues muy sencillo: serán las estadísticas las que nos darán idea de las consecuencias sociales de lo que ahora se hace. No en los próximos 5 o 10 años, que eso es muy cercano: dentro e un par de décadas, veremos algunos indicadores inexplicables y sorprendentes en una evolución larga.
Esto, que es algo que a los reivindicadores del franquismo les saca de quicio, es una herramienta que los historiadores, ensayistas e investigadores usan de manera fluida y sobre la que argumentan con eficacia.
Tengo un amigo que guarda como un tesoro en la cabeza las cifras de las consecuencias educativas de las medidas políticas del periodo 1920 a 1945 en relación con el índice de analfabetismo y el cuadro de un investigador que relacionaba cada punto de ese índice con cada punto de porcentaje destinado al efecto. Espectacular, pero tardío: no saltan las alarmas hasta que la población afectada se pone en circulación y pueden haber pasado entre 15 y 20 años.
Con la que nos están montando, me parece que los futuros investigadores van a tener la posibilidad de hacer gráficos realmente espectaculares con los incrementos de enfermedades metabólicas no detectadas en la prueba del talón, con la diferencia de nivel entre la escuela pública y privada, con los distintos niveles profesionales alcanzados y con un larguísimo etcétera que acaba en la lamentable situación en la que se encuentran los investigadores y la investigación de este país.
No son recortes, son mutilaciones sangrientas al tejido social que debe albergar la formación y la salud, son amputaciones que nos van a privar de los mejores: es un suicidio lento, doloroso y lo que es más triste: evitable.
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