A punto de desaparecer por comer conejos. Tan simple como eso: ha perdido la guerra contra el hombre y cada año siguen matando linces para evitar que se coman los conejos.
Muy ecológico todo.
Entrada corta y dedicada a la supuesta veneración que sienten los cazadores por la ecología, que la cosa ya me tiene hasta las narices. Lo que hace la caza en España, en determinados países africanos muy mentados últimamente y demás lares, no tiene nada que ver con la ecología, tiene todo que ver con la economía: pura, simple y sencilla pasta que sostiene un negocio.
En España se persiguen y eliminan con saña todas las especies “no cinegéticas”, desde zorros hasta Urracas; dejando los campos yermos de especies predadoras y entregados a una especie de producción industrial de perdices, conejos, liebres y, en fincas acotadas y valladas, venados, gamos, muflones (especie importada), jabalíes y demás bestias que en el campo habitan y con las que hacer negocio vendiendo puestos en ojeos, monterías y acciones en los cotos entre otras muchas cosas.
Eso no tiene nada que ver con ecosistemas sanos donde se desarrolla la complejidad de las cadenas alimenticias y autosuficientes sin intervención humana. Las supuestas piezas de caza peregrinan, mansas y dóciles, detrás de los tractores de las finas de caza donde les llevan el pienso, sin acordarse de nada que no sea comer y multiplicarse a la espera de la montería de turno, realizada en una zona vallada de la que no hay escape posible. Vamos, que cada pieza pasa tres o cuatro veces por delante de los puestos hasta que el intrépido cazador tiene a bien acertar de una puta vez.
En África, como aquí, la caza es un negocio que nada tiene que ver con otras cosas y si no acaban con los bichos es, únicamente, para que no se acabe el negocio, que es lo único importante y de lo único que se ocupan.
Y por favor, dejen ya de tocar las narices con la cantinela, que no se la cree nadie.
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