Para Jorge Fernández Díaz solo hubiera sido un terrorista encancerlado.
Vuelve el fascismo escondido tras la sombra de la estafa.
...y mamá se acuesta con un borracho que la maltrata. Esta es la realidad de la sociedad española tras la marea generada por la estafa a la que todo el mundo llama crisis. Los ciudadanos estamos solos ante el desastre: en casa no hay dinero y el que ahora sale con nuestra madre se dedica a darnos palizas y a quitarnos el poco dinero que queda para dárselos a los delincuentes amigos suyos.
¿Qué vamos a hacer? Sencillamente, tomar el poder, ser conscientes de que deben ser nuestros actos y decisiones diarias los que cambien el curso de los acontecimientos sin esperar nada más. El estado ha dimitido, sencillamente, y Europa se encuentra en acoso y derribo con Merkel encabezando la caza. Ante nosotros amanecen días vacíos a los que llenar de todo lo que nos han robado: trabajo, futuro, solidaridad, cultura, democracia y humanidad, ardua tarea que nadie, salvo nosotros mismos, queremos acometer.
No hay nadie más, no hay un ente superior, no hay ayuda y casi no hay medios, pero debemos hacerlo y estamos obligados a reconstruir una sociedad arrasada. Somos una generación sin guerra, pero si tenemos que afrontar una situación similar a la destrucción causada por otras guerras que afectaron a padres y abuelos. Y lo hacemos con una carencia que ellos no tuvieron: no hay Estado que colabore, estamos solos.
Nuestro PP es apenas un perrillo bien enseñado para la tarea que otros diseñan y no es el objetivo, el objetivo se encuentra en un punto hoy inaccesible y etéreo a salvo y engordando. Nos van empobrecer, a perseguir con medidas fascistas en la calle, van cambiar leyes y hasta nos van a pedir que renunciemos a vivir, pues no estaba previsto que duráramos tanto sin dejarnos exprimir, pero hay que resistir haciendo las dos cosas que más daño les pueden hacer:
Hay que levantarse todos los días con el empeño de crear el mundo en el que creemos y hacerlo sin desfallecer: ayudando, trabajando, creando vida, ilusión y realidad.
Hay que protestar de forma constate y sin dejarse vencer por la represión.
Debemos ser cívicamente ejemplares y bélicamente incansables, que el enemigo es fuerte. Complicado, pero muy bonito.
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