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domingo, 30 de diciembre de 2012

Adivinando la suerte


Mañana de cualquier cosa, pero bonita

Ha amanecido el día indeciso, como nuestra política: entre nubes, niebla, soles y nieves la mañana amagaba sin decidir que carta tirar contra el triunfo de la mesa. Acaba el año y el que mas y el que menos desea apuntillar al presente para recibir a porta gallola a un próximo al que no se le acaban de ver las maneras. Como las cuadrillas tras el burladero, tratamos de ver  sus futuras intenciones sin acabar de confiar.

Dicen que no hay quinto malo sin que nadie sepa muy bien la razón, salvo que la razón no sea otra que las ganas acumuladas por el segundo en el cartel de desbancar al primer espada a base de poner, él mismo, lo que no le pone el toro. Y me parece que la clave va a ser esa: vamos a tener que poner nosotros lo que nuestros jefones no pongan.

El sorteo de los morlacos nos muestra a una clase dirigente sorprendida por la desafección popular, ellos, que tanto hacen por nosotros, no cuentan con nuestro cariño. Injusticias de la vida, que le vamos a hacer. Tampoco es muy de extrañar visto lo visto y cómo se las gastan sus señorías, que la gente es mansa y bien mandada, pero no tonta.

Tampoco los peones que representan al diestro del más allá andan contentos y se quejan de que el personal no pone ganas para seguir esperando al que nunca llega, que una cosa es no hacer faena y otra, muy distinta, no presentarse al paseíllo y seguir anunciando próximas faenas. Los peones lo intentan, pero no saben muy bien cómo mezclar los chatos de las barras con los cálices y las ínfulas mitrales, de manera que en medio del chascarrillo se les escapa lo de la parusía y claro, como que los parroquianos reculan y se rajan en los apoyos.

Llegamos al final de la feria del 2012 y los aficionados miran los toros y los diestros de la próxima feria con bastante desconfianza, como recelando del juego de los unos y del valor de los otros, de manera que seguimos esperando la consagración de la próxima figura del toreo patrio mientras el ganao nos mira con resabio de manso toreao desde el seguro cercado de los amos de la cosa.

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