Se prepara una guerra tan inútil como la carga de la brigada ligera
Península de Crimea, Balaklav y la carga de la brigada ligera…nombres llenos de ecos de guerra que hoy, muchos años después, vuelven a llenar los diarios con el temor de la guerra y ajenos a los épicos poemas y cantares de gesta. Hay zonas y nombres que parecen hechos para la sangre, para la lucha, para el desastre de un ser humano entregado a lo peor de sus tendencias más violentas.
Ukrania parece el escenario perfecto, el soñado campo de juego para poner a prueba la verdad de la voluntad de Europa y de Rusia. Unos, los primeros, debilitados por fuerzas centrífugas que amenazan con desmembrar el sueño de esa unión tan ansiada por muchos; otros, los segundos, empeñados en demostrar al mundo la grandeza de un sueño imperial hecho a uña de caballo y un pueblo sometido y sumiso hoy dominado por la mafia pero dueños del calor invernal de toda Europa gracias a sus enormes yacimientos de gas.
Desde lejos, algunos hacen números pensando en el espléndido negocio que les espera vendiendo sus armas y sus tecnologías al servicio de la sangre. Esa es la verdad, esa es la razón: hay mucho stock y mucha necesidad de hacer caja vendiendo muerte y desgarros, destrucción y poder.
No tenemos solución, no tenemos arreglo, no hay esperanza: el ser humano se niega a levantar el vuelo y retorna a sus raíces de violenta destrucción, la misma destrucción que un día, posiblemente no muy lejano, romperá todas las barreras y se adueñará de todo para dejar que la tierra pierda el recuerdo de su infecciosa enfermedad.