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miércoles, 2 de junio de 2010

Buscando acomodo


Un amigo, bastante derechoso él, me dice que cuando voy a escribir las desventuras de un rojo en busca de partido, así que habrá que hacerle caso y darle la satisfacción de confesar mi absoluta frustración a la hora de encontrar acomodo político.
Como hace mucho tiempo que escribí las razones fundamentales por la que era, y soy, de izquierdas; como a lo largo de estas entradas se ha puesto de manifiesto mi absoluto y frontal rechazo al neoconservadurismo que nos azota y que quiere entregar el gobierno de los pueblos y las naciones a la insaciable –y siempre delictiva- práctica del libre mercado, o lo que es lo mismo; quiere que los peores motores de la conducta humana, la avaricia, la ambición y el ansia de poder, campen a sus anchas sin leyes ni reglas que respetar; debería ser hora de que manifestara mi adscripción a un determinado partido y que mis escasos seguidores de derechas, se quedaran tranquilos.
Pues va a ser que no, que no voy a alistarme bajo ninguna bandera distinta a la genérica de ser de izquierdas y muy internacionalista, primer intento de globalizar valores y buenas prácticas sociales que acabó como acabó. Lo primero que ya he manifestado es mi envidia por los ciudadanos europeos y sus partidos, desde la lejanía, infinitamente más “profesionales”
En este país, los partidos, todos, han perdido de vista la verdadera razón de su existencia y del sistema democrático, entregándose a la corrupción en cuanto el ejercicio del poder se lo ha facilitado. Y que no me vengan con que unos si y otros no, que el PSOE tuvo su némesis con Filesa y lo del caso Gürtel pinta muy curioso. Y en medio, los esteponas, Giles y giles de Marbella y todos los casos que se quieran, que la lista sería interminable.
La izquierda española se ha quedado encallada a medio camino entre Izquierda Unida, coherente en el discurso hasta el máximo y sin conexión con la realidad y el posibilismo buenista que tampoco aporta nada. Para hacer justicia social y generar oportunidades hay que cuidar la fuente del dinero, que ya hemos visto lo que pasa cuando se cambian los términos, que la historia enseña mucho. Hace tiempo que vengo reivindicando unos modelos político de izquierdas y de derechas que se ajusten a la realidad actual, que lo único que nos han impuesto los tiburones y los neocons es el todo vale y a forrarse a corto plazo, pero de hacer sociedad, gaitas. No creo que el discurso de un Henry Ford al respecto fuera ni un pelo más comedido del mío y me juego la barba a que no me equivoco.
Necesitamos un modelo que equilibre la necesaria justa riqueza del individuo con una sociedad que forme bien a sus ciudadanos, que otorgue oportunidades y que vele para que las conductas empresariales y financieras se desarrollen en un marco de absoluta fiabilidad y legalidad; sin engaños, sin abusos de poder y con agilidad pero con control. Necesitamos que las empresas se den cuenta de que su actividad es posible gracias a se forman y viven en un marco de desarrollo determinado, que es posible gracias a que los beneficios han circulado y generado infraestructuras, colegios, hospitales, universidades y un colectivo ciudadano capaz de trabajar con eficacia en las mismas empresas que financiaron parte de su formación y bienestar.
Hay que buscar ese capitalismo social o social capitalismo que vele por el estado del bienestar frente al modelo esclavista, corrupto y podrido con el que Oriente nos amenaza de forma más inminente cada día. Lo malo de ese viento del este es que es muy bien recibido por los mismos que, desde dentro del sistema occidental, lo quieren dinamitar y adoptar las mismas prácticas inmorales de un gobierno, en teoría comunista, que se ha encargado de potenciar, al máximo, los peores vicios de un capitalismo corrupto y mafioso. ¿Es ese el modelo a seguir? Conmigo que no cuenten. ¿Es Cuba? Tampoco cuenten, gracias, que aquí enseguida te meten en un lado si no te gusta el otro. ¿Los verdes? Deben abandonar la tiranía del no para ofrecer un modelo que sea viable y que permita un desarrollo adecuado, algo que no han conseguido.
Mi acomodo es complicado y más desde mi absoluta falta de ganas de entregarme al corporativismo ciego sin crítica posible. Soy de izquierdas y quiero mantener mi criterio, mi independencia y mi escasa capacidad de análisis, para juzgar la realidad según mis propios datos y poder aplaudir, o criticar, a quien sea sin mirar de qué lado viene lo que me parece adecuado.
Como ejemplo, que hay que dar facilidades a la crítica, todavía creo que la socialdemocracia sueca de las décadas de oro, es un modelo por el que vale la pena luchar, con ajustes si se quiere, pero no estaba nada, pero que nada, mal.

1 comentario:

  1. Hace mucho tiempo anulé de mi mente la denominación de "rojos" o "blancos" "El color rojo trae a mi recuerdos escenas terribles y muy dolorosos y el "blanco" se ha teñido de gris y de desilusión o sea que comprendo muchas frases de este comentario aunque no estoy de acuerdo en algunas.
    12 de junio 2010 a.m.

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