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jueves, 24 de junio de 2010

Distorsiones


Dicen que el hombre es un animal de costumbres, afirmación que comparto al 100% y que se pone de manifiesto, de forma especialmente relevante, cuando la distorsión de las costumbres afecta a lo más cotidiano. Hace tres días que le teclado de mi ordenador ha dejado de obedecerme a la hora de poner acentos, de forma que tengo que hacer un verdadero esfuerzo para no mandarlo todo al cuerno, iniciar una revolución y dejar de escribir. Menos mal que uno no tiene el método asumido y golpeo las teclas mirando cada una de las teclas, que si mirara la pantalla el llanto y la rabia serian continuos.
La cosa no seria muy grave si no fuera porque el imbécil que habita las tripas del cacharro no contextualiza las correcciones y así, los tiempos verbales que son comunes y que solo diferencia un acento se han convertido en un terreno esquivo. Hagamos la pruebe escribiendo “coloco”, forma verbal que, con un acento indica pasado de tercera persona y son acento presente de primera persona. Eso pasa por tener un idioma rico, variado y con una gramática interesante. Hacer la prueba e intentar escribir sin poner los acentos y veréis que el idioma cambia sustancialmente.
Estas distorsiones se van multiplicando a medida que nuestras costumbres se hacen complejas y se adentran en el terreno de la tecnología, momento en el que nos convertimos en niños desamparados ante el poder de lo infinito.
El chiste que encabeza la entrada habla por si solo y me sugiere una pregunta cuya respuesta puede sumirnos en la depresión: ¿Cuantos de nosotros seriamos capaces de vivir en las mismas condiciones en las que la gente vivía, tranquila, en el siglo XV? (Subrayo la palabra en la que me resulta imposible colocar un acento).
La respuesta es, seguro, muy reveladora: la inmensa población del primer mundo que no perteneciera a los hiper-ricos, se puede afirmar que seria (claramente, el imbécil no es capaz de pensar y darse cuenta de que ese vivía lleva acento) considerada como minusválida funcional. La modernidad nos ha hecho dependientes de demasiadas cosas y seria bueno empezáramos a pensar en prescindir de todo aquello que, además de no necesitar, nos convierte en unos completos inútiles dependientes y con poca capacidad de adaptación.

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