Este es un blog personal e intransferible, con muchas equivocaciones y dudas, muchas dudas.
Para aquellos que necesitan una ficha del autor, me declaro ateo, librepensador, no adscrito a partidos pero simpatizante de la izquierda en general y por tanto, en busca permanente.
Puedes leer y opinar, que los comentarios se agradecen y enriquecen el debate, especialmente si no estás de acuerdo con lo escrito.
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Suerte a todos.
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¿Desde cuando la culpa de la acción narrada es del relator?
Las sociedades humanas tienden a organizarse según patrones de comprobada altura moral que luego, cuando se trata de hacer trabajo diario, suelen degenerar en cositas de poca monta, pequeñas miserias personales y conchabeos de baja estofa. También es conocido que las agrupaciones humanas generan detritos, pero a nadie le gusta asomarse o vivir en las cloacas o cerca de ellas.
Desde hace muchas décadas, las democracias – de lo otro mejor no hablar –han establecido una serie de convencionalismos que permiten la existencia de una gobernación sumergida o paralela que goza de nombres y siglas respetables. Llamamos “fondos reservados” al pago de sobornos, acciones ilegales y canallescas, a las cantidades destinadas a pagar soplones y confidentes que dan información valiosa con la que la policía asegura nuestra tranquilidad y seguridad. Pagamos enormes cantidades para mantener activas cosas como en CNI que espía y mantiene actividades que todos los estados dicen no realizar. La cosa funciona, que la hipocresía da para mucho.
En estos días, Wikileaks ha hecho explotar las alcantarillas y todos se quejan de lo mal que huelen las cloacas. Señores, si hay cloacas es porque generamos mierda, así que menos desgarro de vestiduras y más implicarse en la democracia, que cuanto menos controlemos a los políticos, mas mierda se genera.
Sobre Wikileaks, poca cosa, que los que se lo tienen que hacer mirar son los de la Administración USA, que en dos meses es la segunda vez que dejan salir carretadas de información que, en teoría, no es accesible para el primero que llega. Por otra parte, no conozco a ningún medio de comunicación que, pudiendo publicar ese material, lo devolviera a la Casa Blanca dando el nombre del informador, así que menos gritos, que lo que se nota es envidia cochina.
¿Cuantas galaxias caben en nuestra capacidad de comprensión?
¿Dónde está el límite de nuestro intelecto?
En vista de que la política ha decidido instalarse en el subsuelo intelectual habitado por los protozoos y faunas similares; dado que la lectura de los diarios nos transporta a las rojas zonas de la irresponsabilidad, el corto plazo, la desinformación y la exaltación de los más bajos instintos, decido refugiarme en los sites de divulgación científica en busca de esperanza.
Y la esperanza llega aportando datos, cifras, titulares y noticias que hacen pensar en que el hombre todavía puede girar sus ojos hacia un panorama más elevado; hacia una actividad cuya recompensa se basa en la búsqueda de horizontes más lejanos que agranden el acervo común del conocimiento, esa hucha en la que la humanidad deposita los capitales que rinden intereses en forma de mejores condiciones de vida, salud, cultura y otros valores realmente importantes.
En esos paseos encuentro, de vez en cuando, datos que son espectaculares. Por ejemplo: “ha realizado un estudio intensivo de más de 446.000 galaxias”. Así, como quien no quiere la cosa, nos colocamos ante un hecho poco menos que imposible: estudiar casi medio millón de fuentes de datos, sus correspondencias, tendencias, alineaciones, parámetros estadísticos etc para luego ser capaz de escalar y pasar del dato a la información y de la información al conocimiento. Espectacular. Y es en ese momento en el que me acuerdo de datos sueltos que he ido conociendo, del valor de los datos, de su búsqueda, de Kepler implorando a Ticho Brahe que le diera los datos de observación del perihelio del sol, del inmenso empeño por conocer, medir, pesar y establecer leyes con las que validar los datos y predecir otros: la lucha por el saber.
Lo que se está cociendo en las cátedras de astro física de las mejores universidades es digno de estudio y seguimiento, pero a los medios no les parece digno de mención, excepción hecha de algún titular suelto desde el que machacar con los paradigmas de sus posicionamientos ideológicos, pero los paseos por los artículos de divulgación me reconfortan, de verdad.
En esos artículos se plasma todo el potencial de la libertad de pensamiento, la enorme altura que puede alcanzar el hombre cuando pone toda su capacidad intelectual al servicio de una idea, de un trabajo, de un sueño; de una meta tan alta como es el conocimiento sin matices, sin trabas, sin reglas previstas. El maravilloso proceso de enfrentarse a los hechos sin ideas preconcebidas nos lleva a destinos que nunca hubiéramos soñado y que son posibles sólo por el hecho de no poner condiciones previas, barreras o tabúes con los que recortar las posibilidades encontradas.
Pensar, hace poco más de cien años, en la posibilidad de manejar esa enorme cantidad de datos; en poder abarcar ese inmenso caudal de información, era, en sí mismo, un sueño poco menos que imposible que hubiera generado, una vez más, la eterna frase limitativa: “el hombre debe conformarse con los límites físicos que conlleva la condición humana y dejar a la religión la comprensión de aquellas leyes y designios divinos que están por encima de nuestro intelecto”. ¿Os suena la cosa?
La ciencia avanza, el conocimiento corre en silencio olvidado por los grandes titulares: nos informan mucho mejor de lo que pasa cualquier vestuario de un equipo de fútbol que de lo que está pasando en esas cátedras y departamentos. Con lo que se le paga a una estrella de esos equipos, varios departamentos elevarían sus investigaciones al infinito y aún así, olvidados, desconocidos, anónimos y mal pagados, esos héroes hacen crecer nuestro patrimonio de sabiduría y nos elevan, poco a poco, para que podamos incrementar nuestra fe en ese instrumento maravilloso que es el cerebro y en el largo proceso que, todavía hoy, nos sigue empujando para usarlo de la mejor manera posible.
Debemos encontrar el equilibrio perdido, debemos ser capaces de poner el foco en lo que de verdad merece la pena y potenciar lo que de verdad da valor al ser humano. Hasta que llegue ese momento, tendremos que bucear en la red en busca de esos destellos de esperanza que esconden los sites que, sin esperanza de ganar dinero, nos cuentan lo que hacen los empollones gafotas a los que ahora admiro en lugar de ir tras ellos para correrlos a collejas. Ellos nos llevarán hacia delante mientras buscan los límites de nuestra mente, si es que existen, y nos ayudan a cruzar todas las fronteras. Bien por ellos.
Hay veces que los contenidos de un par de frases son capaces de condensar la realidad de una forma inexplicable, pero en pocas ocasiones he sido capaz de percibir con más claridad la calidad moral de alguien como al leer las escasas dos líneas del comentario que reproduzco a continuación.
Comentarios de los lectores
juan m (26/11/2010) 09:21 a.m.
Y el tío aspiraba a ser Ministro de Asuntos Exteriores. Parece mentira que con las tías que estarían dispuestas a "calentarle el hato" se busque la ruina por un mora y además divorciada.
El contexto, siempre ilustrativo, nos lleva a una noticia de El Confidencial Digital que narra la situación de Gustavo de Arístegui en su propio Grupo Parlamentario. Por si alguien no lo conoce, este señor se ha casado recientemente con una mujer de origen marroquí, parece que emparentada de lejos con la familia real alauí y que, completando el cuadro, está divorciada de su primer marido.
La noticia habla de los vacíos, risitas, cuchicheos y cuchufletas de muchos parlamentarios del PP cuando D. Gustavo aparece en el Congreso o en la Comisión de Exteriores, pues recordemos que es el capo del PP en esa área de gestión. También es verdad que explica que unos cuantos, verdaderos amigos, se han acercado a darle un abrazo y mostrar su solidaridad y rechazo a esas actitudes. Me parece mal lo de sus compañeros, pero lo que es espectacular es lo que demuestra el mengano que escribe el comentario.
El comentario pone de manifiesto varias cuestiones peligrosas que el remitente asume como obvias y normales, sin darse cuenta de que lo que plantea es una larguísima lista de bestialidades, estereotipos arcaicos y manifestaciones machistas de la peor calaña. Vayamos por partes:
1º.- Y el tío aspiraba a ser Ministro de Asuntos Exteriores.
Es decir: alguien en su actual situación ya no puede aspirar a nada. ¿Ha robado, delinquido, matado o asesinado a alguien? ¿Ha cometido un delito horrible? Según el autor del comentario, Gustavo de Arístegui ya ha muerto para la cosa política; independientemente de los méritos contraídos hasta ahora, de sus conocimientos y preparación, se ha colocado al margen de todo y ya está fuera de los círculos de lo aceptable. Un apestado, vamos.
2º.- "Parece mentira que con las tías que estarían dispuestas a "calentarle el hato"
Esto ya es de nota: ¿tías dispuestas a cambiar cromos? ¿Putas? ¿Interesadas? ¿Busconas? Para el remitente, las mujeres, “tías” deben moverse, exclusivamente, por oscuros intereses y no por atracción, diversión o amor: no, sólo por interés. De quinta una vez más.
3º.- "se busque la ruina por una mora"
Esto ya es una relación directa que, sinceramente, se me escapa: hasta donde he podido entender, si te enamoras duna mora, la cagada es completa. Me recuerda un poco a Muñoz Seca y su famoso “¿que has hecho maldita mora: en quien me vengo yo ahora?. Esta mora debe ser la leche de mala para arruinar en tan poco tiempo a un señor hecho y derecho, pero bueno, todos sabemos que encamarse con una infiel tiene consecuencias eternas de condenación y otras cosas espirituales, pero que esas consecuencias se trasladen a la política, me parece excesivo, pero bueno, al fin y al cabo, los chicos del PP deben manejar códigos de honor que los demás no conocemos.
4º.- "y además divorciada"
Acabáramos, una liberada que se ha librado del yugo masculino. Una cualquiera que ha pasado del marido en contra de las ordenanzas de la moral establecida: una perdida, vamos.
Cuatro frases para la posteridad, un resumen del absurdo en el que se desarrolla la vida de estos seres arcaicos, desplazados, antiguos, sin lugar que se refugian en la violencia machista, en la intransigencia y en la dominación física del otro; sea quien sea ese otro.
Son pocos, son miserables y dan pena, pero lo peor es que acabarán dando miedo gracias a nuestro silencio. Lamentable.
Desde este mapa de la radiación de fondo, Roger Penrose es capaz de vislumbrar el pasado del Big Bang. Suerte la suya y envidia propia.
Leo que Roger Penrose, un excelente científico que me dejó un poco rayado con su libro “La nueva mente del emperador”, ha descubierto una serie de patrones definidos en la radiación de fondo de microondas; esa que todos se empeñaban en considerar como el ruido de fondo del Big Bang. La sorpresa del análisis –cuya profundidad no alcanzo ni a vislumbrar de lejos- es que esos patrones regulares de forma circular, hablan, por primera vez, de lo que podría haber sucedido ANTES DEL BIG BANG.
Que el universo se expande es algo que hasta los niños de las películas de Woody Allen daban por asumido, aunque Brooklin quedara indemne de semejante anomalía dinámica. Lo de ahora es un paso más: es empezar a consolidar la idea de que tras esa expansión, es muy posible que tenga lugar una reversión y la fuerza gravitatoria logre imponerse sobre esa dinámica explosiva para colapsar de nuevo en una singularidad extrema. Bueno, era una de las posibilidades que siempre habían manejado los empollones, si bien los cálculos ponían de manifiesto que para que esa reversión y el posterior colapso pudieran ocurrir, hacía falta que el universo contara con muuuucha más materia de la que podíamos observar. Agujeros negros, supercuerdas y materia oscura adquirían peso en la carrera establecida para encontrar esa masa necesaria.
Roger Penrose ha abierto una ventana a nuevos retos para la mente humana, pero ya hay otros que, asustados ante el tamaño del desafío, vuelven la mirada atrás en busca de la seguridad de otra mente construida sobre nuestra falta de conocimiento: la religión, eterno puerto seguro donde descansar el intelecto y dejar la tarea de conocer en manos de otro.
Me dan envida los que consiguen esa calma que yo considero tan dañina, pero lo que no acabo de explicarme es el miedo de tantos y esa renuncia a trabajar para intentar conocer. Gracias a esa pelea hemos avanzado y estructurado un bagaje de conocimientos que, sin explicarlo todo, ya son capaces de dar coherencia a muchas cosas que antes no soñábamos con imaginar. Ahora, como siempre pasa, se abre otra puerta cuando parecía que no había mas cuartos que explorar, pero eso no debe darnos miedo ni mandarnos de nuevo a las cavernas: es un nuevo reto, un nuevo acicate sobre el que mejorar, algo por lo que pensar mejor y de forma más completa.
La nueva mente de emperador ha imaginado un nuevo mundo que nos conecta con el pasado y, a la vez, con el futuro: ha descubierto otro imperio para que triunfe la inteligencia y algunos, los más cobardes, no quieren ni oír hablar del nuevo mundo. Ellos se lo pierden, pero me dan mucha envidia los que cuentan con la armadura intelectual necesaria para pasar la raya que la ciencia dibuja a sus pies. Como los hombres de Pizarro, verán un mundo nuevo que los demás ni entendemos ni podemos imaginar. Afortunados ellos.
El padre Gabriel Calvo viniéndose arriba en la homilía.
Hoy voy a escribir poco, que otros se han tomado la molestia de hacerlo en mi lugar. Sin comentario alguno, transcribo la homilía pronunciada por un tal padre Gabriel Calvo el pasado 19 de noviembre en la Iglesia de Santa Gema. Que yo sepa, no hay reacciones oficiales, ni de los superiores jerárquicos del sacerdote ni de la Fiscalía General del Estado, algo que echo mucho de menos, la verdad.
Discurso pronunciado con motivo del aniversario de la muerte de Francisco Franco:
"Franco y José Antonio son España. Franco el soldado heroico, José Antonio el mártir heroico, son España. Es cierto que España es mucho más grande que ellos, pero no es menos cierto, que ellos nos devolvieron España. La España de siempre, la España grande, la España inmortal.
De una forma especial quiero agradecer al Caudillo invicto el estar aquí con vosotros, el ser Sacerdote Católico y tener la posibilidad de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Porque fue él quien salvó a la Iglesia Católica del exterminio. Y junto a él, José Antonio, quien dio vida a la idea. Y a todos los Caídos, que la rubricaron con su sangre.
La Católica España, la trinchera invencible de Cristo Rey está recibiendo los golpes más virulentos de Satanás y de sus servidores.
La España que fundó su unidad nacional en la fe católica con el III Concilio de Toledo, la España que derrotó y reconquisto al Islam, esta bendita tierra de María como la definió Juan Pablo II, la España que evangelizó y dio a luz desangrándose a todo un continente entero, y cuyos misioneros llevaron la Cruz de Cristo hasta los confines de la tierra (…)
La España que derrotó la revolución social del comunismo ateo, de la Internacional socialista y la masonería: el mayor enemigo de nuestra santa Iglesia. ¿Comprendéis por qué precisamente en España el golpe de Satanás tenía que descargar más fuerte que en ningún otro lugar?
Ahora, aparentemente parece que finalmente hemos sido vencidos por la revolución sexual, por la cultura, o mejor dicho, por la anticultura del mayo del 68 francés. Pero como diría Santa Teresa de Jesús, la verdad padece pero no perece (…)
Pidamos al Señor y a la Santísima Virgen el valor, el coraje y la fortaleza de estos dos grandes hombres –Franco y José Antonio- que no escatimaron sacrificios y que no se guardaron nada para sí mismos inmolando sus personas por completo en el Altar del Sacrificio a la fe y a la patria (…)
Franco y José Antonio empuñaron la bandera de la tradición española más pura y tras ellos otros muchos, como un solo hombre, siguieron sus huellas de valor, de heroísmo sin medida y de sangre (…)
No vengo hoy a echar incienso a Franco y a José Antonio. No vengo a presentar sus personas a la admiración. De sobra son conocidos por los aquí presentes. Vengo a proponeros su imitación (…)
Cristo tiene que reinar, nos dice San Pablo. Lo necesitamos más que nunca ante el dantesco horizonte actual. Ante el grotesco suicido de la civilización occidental. Ante la apostasía de la antigua cristiandad (…)
Frente a Dios se alza desafiante la religión del hombre que se hace Dios. Que es el socialismo, el comunismo y la democracia, que conduce necesariamente al laicismo como podemos ver que ocurre en nuestra patria. A sustituir la voluntad de Dios por la voluntad del hombre (…)
La situación actual no admite términos medios, por eso hoy, desde aquí, en nombre de Cristo Rey y por la sangre de todos nuestros mártires y de los caídos por Dios y por España os convoco a proseguir con la cruzada, con el espíritu de esperanza y de fe ciega en la victoria que Dios nos quiere dar.
Nos van a perseguir con más saña hasta intentar por todos los medios nuestra completa aniquilación pero no tengáis miedo. ¡No tengáis miedo!, nos repetía incansablemente el vicario de Cristo en la tierra Juan Pablo II.
Luchamos por el Señor. Luchamos por el Señor. Por la fe y por la patria. Por el Altar y por la Familia. Dios lo quiere. ¡Va por ti Señor! Somos tus soldados y sabemos que ante ti nunca seremos héroes anónimos. (…)
Si alguien tiene interés por conocer al autor, he encontrado un video del caballero en un acto dela Plaza de Oriente. No tiene desperdicio, de verdad:
Ando estos días, como muchos otros me parece, bastante enfadado con la política y con los políticos de este país, inmersos en videos absurdos y toallas de película de Alfredo Landa, pero también, y no menos, ando muy cabreado con los medios de comunicación y el uso de términos perversos que esconden la verdadera naturaleza de los conceptos que pretenden definir.
Del 20 N no he comentado nada, pues creo que está todo –o casi todo, dicho –pero si quiero comentar una denominación que me indigna y que estamos oyendo mucho: nostálgicos del viejo régimen. ¡Y un cuerno! Estos señores y señoras mayores que ondean las banderas del aguilucho no son nostálgicos: son fascistas de viejo cuño que reivindican un régimen fascista y dictatorial, por mucho que ahora intenten hacernos ver que aquello fue tan agradable como una merienda campestre. En cuanto a los jóvenes que participan de esa simbología y saludan brazo en alto a las banderas falangistas, son neonazis perfectamente conectados con otras organizaciones similares de Europa y que deberían estar tan perseguidas y fuera de la ley como lo está Herri Batasuna: justifican y defienden los mismos caminos de violencia para tomar el poder y su única diferencia es que unos han dado el paso y actúan con violencia y otros, más conservadores y timoratos, esperan que otros den el paso, ejerzan la violencia para aplaudirles, apoyarles y beneficiarse, una vez más, de un régimen que favorezca sus intereses. Error por error, delincuencia por delincuencia, me parece más honesta y consecuente la postura de los batasunos que la de estos fascistas de salón y guardarropía que sueñan con que otros dirijan la orquesta para ponerse a cantar el cara al sol sin que ellos tengan que comprometerse.
En cuanto a las bondades del franquismo, sólo decir que jamás, en ningún estudio serio, tabla estadística, tesis, resumen o análisis, he encontrado algún parámetro que avale las bondades de la gestión de aquellos prebostes. En cambio, si he visto la enorme transformación de un país gracias a la imperfecta gestión de una democracia que entre 1978 y 1992 transformó un país y una sociedad llevándolos desde el blanco y negro a una modernidad ejemplarizante.
Estoy muy harto de la política de nuestros políticos; me frustra enormemente el despilfarro de ilusión, compromiso y esperanza con la que los partidos están gestionando nuestra confianza. Ya sé que el sistema no es perfecto, pero esta dejadez, esta inercia, esta dejadez y molicie mental es dolosa, es inmoral y hay que combatirla. No hay que renunciar del sistema o de los partidos: hay que exigirles responsabilidad, compromiso y eficacia; además de ética, moral, coherencia, integridad y proyectos adecuados a los tiempos que vivimos y a los enormes problemas con los que nos enfrenamos. Señores, a sacudirse la caspa y a trabajar, que les estamos regalando el partido a los fascistas.
P.D.- Por cierto, lo del espectáculo del paseo de hoy no lo comento, que sería monótono, pero impresionante, de verdad.
El hombre, a lo largo de la evolución de su pensamiento, ha ido rasgando velos, abriendo puerta a patadas y encontrando sus tesoros en los rincones más oscuros de la superstición, el desconocimiento y la tradición, pero todavía queda un último sagrario, el último velo, el santo grial dela libertad personal nunca conquistada: la muerte.
Damos vueltas alrededor de ella; miramos su fortaleza con el ansia de los antiguos cruzados ante las murallas sarracenas, pero sus adarves son inexpugnables, resisten los asaltos y las fuerzas de la religión, de la costumbre y un enorme miedo colectivo cierran filas en su defensa. Es la muerte el último velo, ese que cubre las últimas zonas pudendas de nuestra sociedad. Nos da miedo asumir el hecho de que la muerte es un acto más del ser humano ante el que podemos ejercer el libre albedrío sin otra limitación que la propia voluntad.
Nuestra naturaleza nos traiciona, pues todos sabemos que levantar las barreras de ese sagrario podría dejar al ser humano indefenso ante los poderosos; nadie se fía del otro, todos nos miramos con recelo sabiendo que, si nos dejaran decidir sobre la vida de nuestros semejantes, la cosa acabaría fatal. Los políticos dan rodeos, hablan de “muerte digna”; nos adormecen, se acercar con sigilo al verdadero centro del problema, pero no lo iluminan: sigue el miedo, siempre el miedo.
No tengo ninguna duda con respecto a la sensatez del testamento vital (por cierto, tengo que imprimirlo y hacérselo firmar a mis amigos, que la familia no vale) que nos evita el largo deambular por la tortura de los trámites que preceden al último suspiro, pero me gustaría que todos fuéramos más generosos con aquellos que, desde el más absoluto, espantoso y desesperanzado sufrimiento, nos piden: la caridad que no le negamos a nuestros perros para acabar con su tragedia.
No me interesa en absoluto el aspecto político de la discusión, me interesa el aspecto ético, histórico y moral con el que el ser humano entiende la muerte y el hecho de que, aceptando la existencia de la libertad individual, no hay una sola cultura que avale o proteja el suicidio salvo el código de honor de los Samurais, el Bushido que obliga a afrontar el deshonor con el acto honorable de quitarse la vida con valor. Interesante, pero insuficiente.
¿Es posible que en el fondo del temor se halle la remota conciencia de la seguridad de la horda? ¿Es posible que en nuestra genética conductual permanezca esa obligación de apoyar la horda con el valor del número, de la sola fuerza bruta? ¿Algo tan físico, tan directo, tan brutal puede convertirse en la base moral sobre la que tantas construcciones religiosas se han edificado? ¿Una sociedad tan absolutamente individualista, amoral, falsa y entregada a justificar cualquier inmoralidad a cambio del triunfo puede seguir defendiéndose del abandono de los deberes solidarios mediante el rechazo al suicidio?
Las religiones, todas ellas, no son más que construcciones morales que colaboran con el poder para perpetuar el dominio de las clases privilegiadas, la oligarquía y la casta sacerdotal, y aceptar el suicidio con liberalidad implicaría la desbandada de los sufridores del sistema. El suicidio, la ayuda al desesperado, la aceptación de la libertad para afrontar el propio destino, da pavor; nos parece que es semejante a abrir la caja de todos los males y desgracias que acechan más allá de la aplicación de la ética.
Nos negamos a desgarrar el último velo basándonos en la ética social de una sociedad que ha perdido la ética; que ha olvidado la decencia y la moral, pero que todavía necesita mirarse al espejo pensando que en el último sagrario permanece intacto el último velo a salvo de desgarros. ¿Cuanto resistirá el sagrario? ¿Podemos seguir negándonos el alivio de aceptar nuestra libertad a cambio de concedernos la tranquilidad de poder confiar en nuestros semejantes? Dejemos que las conciencias duerman tranquilas: no es el momento de asaltar la fortaleza.
El escenario temporal de la afectividad humana se escapa a la medida del hombre.
El ser humano se desplaza por el tiempo según ritmos y cadencias propias de cada momento, de cada época de su vida; nos movemos por su superficie como un velero que avanza según los vientos de la estación, con calma o turbulencia, nunca se sabe.
El tiempo del hombre, los tiempos de nuestra vida, no son iguales; de la misma manera que nuestro espacio afectivo cambia y se acomoda, evoluciona conforme esa superficie se aleja de las someras aguas de la orilla para buscar las oscuras zonas de lo profundo.
De la misma manera que los físicos hablan de un contínuo espacio tiempo, nosotros avanzamos por en continuo afectivo temporal que va marcando horas y días en función de compañías y turbulencias afectivas; bien sean éstas divertidas olas en las que surfear amores o calmas ecuatoriales en las que recordar pasiones. Soledad y compañía nos marcan y determinan nuestras sensaciones, esas marcas con las que nuestra memoria clasifica momentos y situaciones.
Tengo un amigo cuya obsesión es mejorar los momentos gloriosos añadiendo amigos con los que compartir el placer; aunque este placer sea tan simple como el que se puede encontrar en el sosegado patio de un parador de turismo. (Que esa calma se evapore nada más encontrarse con los obedientes amigos que acuden a su llamada, es otra historia). Los instantes, esos pequeños trozos de tiempo, adquieren identidad gracias a las etiquetas afectivas que nuestras vidas van colgando de los recuerdos y además, el entorno nos construye estanterías en las que colocarlos por categorías: juventud, madurez, niñez, felicidad, soledad...de manera que nos resulte sencillo ir a buscar instantes similares al que estamos etiquetando.
Necesitamos que todo se coloque en su lugar dentro de la escala: más o menos, mejor, peor, más bello, más emocionante o más aburrido; siempre detrás de poder medir lo que no tiene medida, lo que sólo nos conmueve las tripas y nos llega allí donde el intelecto se encuentra perdido y no sirven las escalas. ¿Dónde pesar el primer beso enamorado? ¿Con qué medir el primer desgarro abandonado de la primera decepción? ¿Podemos comparar con algo la sensación de un suave amanecer que ilumina una cama acompañada?
Nos movemos siguiendo escalas que no son fijas y eso es complicado de manejar y de admitir: el verano infantil tenía una dimensión que no guarda proporción con el esquivo periodo en el que el cuerpo del adulto se empeña en recordar unas sensaciones perdidas; una arena que ya hace tiempo que se escapó de entre sus dedos; los colores de un cielo que explosiona en un inexplicable incendio de nubes que tiñen, todavía, el recuerdo de un día que despierta en las montañas; el sabor de aquella sal en la piel, tantas veces lavada y el olor de aquel puerto del que jamás partimos para conquistar la vida que nunca vivimos.
El tiempo se evapora fugaz mientras que la memoria se recrea en los recuerdos y hace largo aquello que tan poco tiempo ocupó en nuestros afanes. Nuestros ancianos nos muestran el camino de los lugares importantes que marcan las etapas del recuerdo; esos hitos imborrables que marcaron el alma con el hierro de la memoria indeleble. Son las sensaciones, las emociones y los sentimientos, los herreros que forjan nuestra vida y si somos capaces de incluir en el calor de esa forja a nuestros seres queridos, a nuestros amigos y a aquellos que han sido importantes para nuestra formación como seres humanos, la obra del herrero será fuerte y sobrevivirá a nuestro propio tiempo.
Vivimos lo que duran los recuerdos asociados a nuestra vida; vivimos en los que nos ven y nos aman; en los que nos odian y envidian; vivimos en el tiempo de los otros lo que dura nuestro ejemplo, lo que dura el odio y el amor que hemos generado, lo que dura el ejemplo de nuestros afanes y fracasos: vivimos y morimos en el tenue velo de los recuerdos ajenos. Hay quien prefiere la eternidad de la vida eterna, pero yo prefiero pensar en los ritmos, las horas y los días que, como ahora mismo hago, recrean los instantes que, desde mi propio recuerdo, me permiten pensar en lo distinta que es la misma vida según el tiempo se desliza por mis horas y mis días en compañía de aquellos que me importan.
No seré yo quien niegue que las contradicciones forman parte de mi esencia vital y personal, es mas: creo que esas contradicciones nos empujan un poco cada día a seguir buscando nuestro lugar bajo el sol, que muchas veces se nos escapa y se esconde como si no quisiera saber nada de nosotros. Dicho esto, creo que es muy saludable aceptarlas, vivir con ellas y manejarlas con ética, buen gusto, consecuencia y responsabilidad.
Hace unos días, el esperpéntico Sánchez Dragó ejercitaba su onanismo mental recreando una situación, lo más probable inventada a fuerza de ser deseada, merecedora del más fulminante destierro al ostracismo social. Lo hacía en un medio público, Telemadrid, que debería ser, como todos ellos, modélico en cuanto al cumplimiento de unas mínimas normas de comportamiento, educación y buen gusto.
Hoy volvemos a encontrarnos con una situación Kafquiana desarrollada en un plató de la misma televisión, en presencia de menores y mostrando el más amplio catálogo de mal gusto, machismo rancio y desprecios por la mujer para acabar denigrando a un colectivo femenino (niñas, vamos) que, además de explotado y despreciado en su país, tiene que sufrir el escarnio de verse tildado poco menos que de sexópata temprano.
Esperanza Aguirre dice que esos comentarios se producen en el contexto de una “conversación privada” y que ella no entra a valorarlos. Curioso concepto de privacidad el que maneja la señora presidenta: en un plató situado en la sede de un ente público, en presencia de un público invitado por la cadena de televisión – el mismo que es despreciado e insultado por el personaje - desoyendo las normales recriminaciones de la conductora del programa, que no puede reconvenir a su subordinado al que paga puntualmente con nuestros impuestos, ¿se puede producir un acto privado?
Personalmente, cuando busco privacidad, o entiendo que estoy en un ambiente privado, jamás se dan circunstancias semejantes ni yo me confundo tanto como para entender que éstas permiten un acto privado.
El tal Sostres, al que juro que no conocía antes de esta explosiva aparición, es un baboso infecto al que debería negársele el pan y la sal en varios miles de kilómetros a la redonda de España y no creo que haya que polemizar en exceso sobre el interfecto.
Me preocupa más la defensa que hace Esperancita de estos elementos: mientras su discurso público me venga bien y digan lo que tienen que decir, les sigo pagando, que lo que hagan en privado, aunque sea frontalmente contrario a lo que defienden en público, es problema suyo. Que antigua y de “casa bien” es esa actitud: mientras no se vea, no existe. Mientras la niña pueda decir que ha ido a Londres a las rebajas y el aborto no se note, aquí no ha pasado nada. ¿Que Marujita se ha llevado dos buenas galletas pero el visón las sigue tapando? Hombre, es que Paco tendría un mal día, pero mira como la tiene: como a una reina.
Cada quien es muy dueño de decir, pensar y hacer lo que estime conveniente siempre que respete la legalidad establecida, pero cada quien debe, también, asumir las consecuencias de sus actos y posturas para responder a la llamada a filas formando entre sus iguales. En este caso, entre la escoria de la sociedad, debajo de esa pulcra alfombra donde Esperanza quiere que los vicios privados de sus validos duerman sin deslucir nunca sus públicas virtudes.
Vivimos en una época en la que a todo ciudadanos se le suponen conocimientos y habilidades de diversa índole que para nada se ajustan a la realidad; de la misma manera que los ciudadanos les suponemos a las empresas y administraciones una vocación de servicio que, desde luego, ellos no consideran como adecuada.
Hoy en día, si eres hombre, debes conocer las cualidades y características técnicas de todos y cada uno de los coches que hay en el mercado, manejar todo tipo de dispositivos electrónicos, arreglar cualquier avería que se produzca en tu casa y, en función de determinadas ocupaciones profesionales, ser un experto en vinos d primer orden. La realidad es que somos muchos los que no estamos seguros de que nuestro coche tenga burros o caballos, desde luego no sabemos programar la grabación en el disco duro de la tele panorámica y para cambiar una bombilla sudamos tinta. Si eres mujer, tus habilidades deben ser las mismas que he mencionado y además, tener “glamour” aunque te hayas levantado alas 6, 30 de la mañana, lleves a un terrorista de tres palmos en el coche con las manos llenas de pringue de chuche y tu jefe crea que tu culo está abierto y a su disposición en régimen de 24/7. Superwoman hasta el final.
Pues bien, dicho esto, nos queda analizar el papel que jugamos los ciudadanos frente a esas macro empresas y lo vamos a hacer repasando mis vivencias de los últimos días con Vodafone, una fuente de experiencias difíciles de olvidar.
Iluso de mi, pensaba que sería sencillo poder recibir los mails cuando estoy fuera de la oficina con cualquiera de los teléfonos y servicios que me ofrecía esta empresa. Y una leche.
El resumen es el siguiente: tras 10 días de perder el tiempo, mi teléfono, un Nokia C& ni siquiera se puede conectar al ordenador, Vodafone me ha dejado sin poder usar mi teléfono particular y encima, al intentar ver si la duplicación de las tarjetas funcionaba,muchos de mis contactos han desaparecido sin dejar rastro, Y que conste que todo eso ha pasado sin que yo, manazas profesional, hubiera tenido la oportunidad de intervenir. Imaginaros lo que hubiera podido pasar si me meto en medio haciendo cosas.
La deslocalización y la eliminación de los costes asociados a la posibilidad de dar un buen servicio nos han levado a la descojonación; término similar en cuanto a la fonética y radicalmente opuesto en cuanto a la percepción del usuario. Las empresas han hecho números y nuestros cabreos no descompensan la cuenta de resultados. Si las cuentas salen, un determinado porcentaje de clientes jurarán en arameo y chico, como petnezcas a ese porcentaje, la has jodido, que tu vida se habrá convertido en un infierno en el que la tecnología te mostrará su cara más ingrata. Entonces me entenderás un poco mejor pero hasta entonces, me quedo solo en mi desgracia.
Por cierto, si eres amigo y no te contesto el teléfono, ya sabes: la parte de mis comunicaciones personales cuya gestión encomendé a Vodafone, está temporalmente fuera de servicio. Lamentamos las molestias ocasionadas. ¡Serán cabrones!
Cuatro religiosas, pegadas a la bayeta, viven su momento de gloria ante el mundo.
Si es que van provocando...
El papa Benito XVI ha visitado España y me he tomado mi tiempo para escribir sobre los hechos más destacados de tan infausto viaje. Como todos los que me siguen se habrán imaginado, me parece una idiotez mal aconsejada tocar las narices con los recuerdos de una época que el mismo vivió y que tuvo que sufrir vestido con el uniforme de las Juventudes Hitlerianas, pasado del que no diré absolutamente nada, pues nadie tiene la culpa de tener catorce años en los últimos días de una dictadura fascista que pierde una guerra. Los valientes, que bajen a la arena y que no toreen desde la barrera, que a ver quien era el listo...
Del viaje me quedo, por encima de la consideración de los modelos familiares, el aborto etc con una escena que, por si sola, describe, ilustra, explica y contiene tratados enteros sobre la importancia social que la Iglesia, si con mayúsculas de nomenclatura, estructura y jerarquía, concede a la mujer en nuestros días.
El papa consagra el nuevo altar de la Basílica de la Sagrada Familia y unta (me imagino que en términos litúrgicos, unge) de aceite la espléndida losa de piedra del altar mayor. Concluido el ritual, cuatro monjas se acercan y dejan aquello como los chorros del oro. Repito: cuatro MONJAS, no dos seminaristas y dos novicias, no; tampoco dos hombres de cualquier condición y dos mujeres de cualquier condición; religiosos, seglares, civiles, ordenados etc: no. Cuatro mujeres se encargan de lo que siempre ha sido, y será para esa Iglesia, el trabajo y cometido principal de la mujer: ser fregona al servicio del hombre. ¿Hay que dar mas explicaciones? Y que no me vengan con la coña de que tomo un detalle del todo para hacer juicio, que si alguna institución conoce el poder de los símbolos es, precisamente, esa Iglesia que no eja pasar detalle y que no da puntadas sin hilo. Si eligieron a cuatro señoras, lo hicieron con toda la reflexión y trascendencia, que tontos no son.
A lo mejor no es exacto, pero es revelador: vale la pena verlo,de verdad.
Cuando éramos pequeños y el agua de la lluvia había conseguido ablandar los duros terrenos urbanos que todavía conservaban la tierra original, llegaba el momento de jugar al clavo. La cosa era sencilla y bastaba con tener un hierro (clavo o lima) que arrojar contra el suelo, que se pudiera lanzar de punta y un suelo en el que clavarlo tras el correspondiente movimiento. Se dibujaba un rectángulo y se dividía en dos mitades iguales que eran el territorio a conquistar.
Cada lanzamiento acertado conseguía dividir el terreno ajeno en dos partes, ya no iguales, hasta que el perdedor se quedaba excluido y sin sitio para apoyar la puntera, momento en el que se reiniciaba el juego sin más complicaciones.
Pues bien, hoy me he acordado del juego tras ver esta estupenda animación del atlas histórico de Europa en los últimos diez siglos. La cosa es espeluznante y debería ser suficiente como para que cualquier nacionalista xenófobo y reivindicativo de la gloria de cualquier patria más o menos moderna se pusiera colorado. Daniel Solana contó en televisión un caso que debería hacernos pensar: había conocido a un paisano que se acercó a saludarle en un viaje de la OTAN y que, señalando una casa, le comentó: “¿La ve? Esa casa, mi casa, ha estado en el mismo sitio en los últimos cien años, sin moverse. Toda mi vida he vivido en esa casa y hace un año he recibido mi séptima nacionalidad sin haberme movido jamás de ese hogar. ¿Tiene sentido?”
Es evidente que la cosa no tiene el más mínimo sentido ni la más pequeña lógica y la animación que encabeza esta entrada así lo demuestra. Las naciones no son más que un engaño con el que algunos manejan las masas a favor de sus propios intereses, peleando rayas, lugares y sitios bajo banderas inflamadas de historias inventadas que consiguen llenar de sangre los campos del mundo. ¿Que podemos contarles a los que se colocan a un lado u otro de la raya que toque en el momento? Erich María Rilke celebró un día en la escuela la definitiva victoria de Alemania en la primera Guerra Mundial y al día siguiente la escuela se cerró porque Alemania había perdido la guerra. Ilustrativa historia de la verdad que se encuentra en las declaraciones políticas.
Hoy, en pleno Siglo XXI asistimos a la renovación del absurdo nacionalismo que ha conseguido mandar a la UVI el sueño de la Unión Europea mientras los EEUU dan palmas de alegría junto con China, India y otros que miran hacia arriba con ganas de subir. Sufrimos el sabotaje de los de dentro y el ataque de los de fuera deambulando como boxeadores medio sonados que no aciertan a enfocar al enemigo. ¿Dónde colocamos la raya? ¿Dónde poner el límite de lo pequeño, del terruño, de la diferencia? ¿Nos fijamos en la historia? Mala cosa y mala consejera, que los hechos son testarudos como rocas y acaban saliendo poniendo colorados a los mentirosos.
Pocas cosas, las guerras de religión entre ellas, han matado más que los nacionalismos, las banderas y las mentiras de la historia inventada; pero la gente se sigue enrolando bajo las mismas banderas viejas, apolilladas y falsas en cuanto el manipulador de turno las levanta ante la masa. ¿No aprenderemos nunca? ¿No consagraremos la sabiduría popular que nos asegura que “no se es de donde se nace, se es de donde se pace”? Parece mentira que algo tan sensato no sea lema de ningún partido europeísta, que le votaría encantado, de verdad.
Cuelgamuros volverá a ser el punto de reunión de los viejos fascistas españoles.
¿Cuando se les tratará como merecen?
Salida de domingo hacia las nubes moradas de un amanecer extraño, bonito y algo irreal que nos ha permitido una vista de Madrid sobrecogedora: contra un sol naranja comprimido de nubes que explotaba en un claroscuro de los rascacielos de una ciudad que parecía suspendida en la luz.
Nubes y aguas refrescando la vegetación de la sierra que se deja querer y absorbe cada gota con deleite: otro domingo de caminata y charla amistosa, tranquila y agradable que repasa los temas sin dejarlos languidecer o secarse hasta perder el interés como ocurre muchas veces. Y de las nubes de los altos de Abantos a las sorprendentes colas de entrada a la basílica de Cuelgamuros: metros y metros de coches detenidos en el control de acceso, coches de la Guardia Civil y algunos, veteranos ellos, aparcando en las cercanías aprovechando entradas y cunetas.
Hoy es 14 y estamos a seis días de la fecha en la que España se vio liberada – pasivamente liberada – de una dictadura que los revisionistas tratan de dulcificar, descafeinar y colocar en la historia bajo una piel de cordero falsa y mendaz que ofende a la verdad. Será el próximo fin de semana el que ofrecerá imágenes propias del NO&DO y de épocas que, por olvidadas, vuelven a tornarse peligrosas.
Los llamados nostálgicos, fascistas en realidad, reivindicarán la figura de Franco como si hubiera algo que reivindicar, como si ese periodo negro y siniestro de la historia de España tuviera elementos ejemplares sobre los que argumentar apoyos o buscar aplicación. Y la prensa, esa prensa decantada ya por la conclusión antes que por la noticia, volverá a llenar páginas y tiempos con los mensajes que los incondicionales de cada medio esperan.
La caminata de hoy nos ha dado para soñar con una prensa que, sobre la realidad escueta y ausente de valoración de los hechos, nos cuente que ha pasado de verdad y que luego, según la orientación de cada medio, argumente como quiera buscando causas y atribuyendo responsabilidades, méritos y castigos.
Hace años que los diarios pelean con internet por la inmediatez del alarido; por dar el último cotilleo olvidando una de las características fundamentales del propio soporte: la permanencia, la reflexión tranquila y argumentada, la exposición de antecedentes, de fundamentos y de análisis. Creo que necesitamos ese punto de fiabilidad, de enganche, de referencia intelectual a la hora de buscar referentes con los que sentirnos cómodos ala hora de enfocar la realidad pero que, antes de dar una interpretación, nos cuenten de verdad lo que ha pasado: que no nos cocinen los hechos como si fuéramos pobres idiotas que no son capaces de afrontar la verdad. No es un problema de ideología, es un problema de validez y de darle al diario o al medio elegido, el valor que el dinero que pagamos le supone a la compra.
La guerra de los medios, haciendo buena la sentencia, ha matado muchas veces a su primera víctima, a esa eterna primera víctima de todas las guerras: la verdad. Muerta la verdad se ha impuesto la opinión, válida o no, sobre los acontecimientos, hasta el punto de aceptar la ignominia de esas ruedas de prensa en la que los políticos, como dioses omnipotentes, leen un folio o dos y se marchan sin aceptar preguntas de la indigna plebe. Vamos, que leen una nota con su opinión a la que llaman “rueda de prensa” y eso se acepta como normal por los distintos directores que demuestran el alto grado de domesticación que han alcanzado. Felicitaciones por la servidumbre, que ellos sabrán la recompensa, pero que luego no nos pidan que aceptemos sus posturas como si fueran independientes y dignas de la independencia de la prensa.
Muere Berlanga y el Sahara se haya inmerso en una operación represiva de primer orden; una “razzia” digna de Stalin que intenta borrar el recuerdo de un pueblo que nunca ha sido. Bajo la colonización española fueron engañados, explotados como todo buen colectivo de segundo orden y luego abandonados a la debilidad de un dictador moribundo y una camarilla de aduladores que sólo tenían una idea en sus cabezas: salvar sus carteras, no a los saharauis.
Desde entonces España arrastra su vergüenza por el mundo y esconde su inacción bajo un velo de complejos intereses económicos que justifican su silencio ante el oprobio. No conozco a nadie al que el cuerpo no le pida una buena patada en los morros al rey de Marruecos, ese Mohamed vergonzante cuya idea de la democracia queda restringida a seguir forrándose a costa de una nación sometida, sin libertad de prensa y sin partidos.
Marruecos es una finca privada en manos de pocos-, algo así como un cortijo con muchos amos y la misma libertad para sus aparceros. España no puedo jugar sólo este partido, pero si puede ponerse lo suficientemente burra en Bruselas como para forzar un buen susto a este vecino incómodo y grosero. ¿Cómo? Me valen muchas cosas, incluida el cierre de nuestras fronteras a todo vehículo y mercancía de origen Marroquí: si quieren vender a la UE, ya se pueden poner las pilas haciendo los barcos mercantes necesarios para llevarlo todo hasta Francia, que España se cierra. Nos jugamos mucho, pero creo que la balanza de riesgo se inclina a nuestro favor si jugamos con la UE detrás, por mucho que Francia se incline a favor del represor. Lo que Marruecos ha hecho se merece un “block out” completo hasta que cumpla, observadores internacionales levantando acta incluidos, con todas y cada una de las resoluciones de la ONU, ni un minuto menos.
Ya se que no quieren hacer ese famoso referéndum y que cada vez que toca negociar con los perseguidos montan una escena que hace imposible la negociación. Pues bien, hasta aquí llegó el agua: Europa dice basta y no comercia con el infractor. Podría ser divertido lanzarse a la arena de la política internacional con verdaderas ganas de armar bronca de verdad. Es lo que quiere el PP, pero cuidado, que un buen cirio le podría dar votos a Zapatero: las empresas perjudicadas pesarían menos que el aplauso de una nación indignada con el abusón.
Y Berlanga...la obra de alguien que vio España bajo la óptica de un paisano de pueblo; con la envidiable capacidad de presentarse ante la vida con la simpleza, el humor y la bonhomía de esos mozos de pueblo sin cultura pero con un maravilloso fondo de bondad. Quedan para nuestra pequeña historia un montón de escenas absolutamente geniales de aquella bailaora que firmaba todo al gritó de “Digo”; el intercambio de tabaco (tomado de lo realmente ocurrido en el frente, por otra parte); ese verdugo timorato que con su miedo escribe el mejor alegato de nuestro cine contra la pena de muerte; muere un hombre inteligente que supo escuchar al paisano que todos llevamos dentro. Nos deja sus escenas y un montón de buenos ratos: no es mal legado para poder sentirse muy orgulloso.
Lucio Cornelio Sila ejerció la dictadura y se burló de la tentación, pero pagó el precio del poder.
Tomando como excusa la pública confesión que hace Felipe González sobre la tentación de utilizar el poder de una manera ilegal, me apetece reflexionar un poco sobre la soledad de las decisiones trascendentes cuando se ejerce el poder. La historia no ha ido dando señales de lo que pasa cuando se tiene la oportunidad de alcanzar el poder y ejercerlo para bien o para mal.
Sila, el primer romano que marchó al frente de sus legiones contra el senado, César y tantos otros han sentido el vértigo de ejercer el poder de un modo violento, extraño a los mecanismos que la sociedad establece como adecuados. Felipe González todavía se pregunta, y me creo perfectamente que lo siga haciendo hasta el final, si tenía que haber tomado la decisión de volar a toda la cúpula de ETA en una reunión. Margarte Tatcher tomó la decisión de asesinar a sangre fría a dos activistas de ETA. ¿Puede la razón del estado, el bien común, tomar ese tipo de atajos?
Hace poco escribía sobre la inmensa suerte de no cargar con la responsabilidad de tener que negociar el final de ETA de tener que enfrentarme a las preguntas que alguien – le compadezco – tendrá que contestar. Ese ¿que hay de lo mío? Que será el sórdido colofón a décadas de trágicas equivocaciones.
No entro en la decisión de organizar una guerra por venganzas y ansia de dinero –como la de Irak – entro en el terrible momento de saber que una decisión personal puede cambiar la historia y mejorar la sociedad siendo completamente ilegal. Se decida lo que se decida, el tiempo con el que se convive con ella debe ser enormemente largo y solitario.
Tenemos ejemplos de la indiferencia con la que alguien se puede proteger de esa razón suprema, Napoleón, Hitler, Mao, Stalin y tantos otros, pero creo, de verdad, que al igual que el enfermo mental es consciente de lo que pasa en los primeros momentos, el poderoso sufre un proceso gradual de anestesia que, hasta que la ceguera es completa, se lo debe hacer pasar muy mal.
Es posible que esa falta de pudor o esa anestesia moral sea la que haga falta para conducir a los pueblos, pero...se parece tanto a la absoluta degradación moral que asusta pensar que sólo (lo sigo acentuando, que me gusta) los que han trascendido la barrera de la ética o han generado otra distinta, pueden asumir el ejercicio del poder y que los demás, los “blandos”, sólo pueden preguntarse por la existencia de un universo mental que desconocen.
El poder no me atrae especialmente y siempre pienso que pesa más aquello a lo que se debe renunciar para alcanzarlo y ejercerlo que aquello que consigue hacerse, una forma de ver la botella medio vacía que no permite acercarse a la política con al mirada lejana del que tiene una visión y no se detiene a pensar en las dificultades.
He conocido y mantengo relación con algunos que han estado en las trincheras, pero no he conocido a nadie que haya tenido la posibilidad de mirar a los ojos de la tentación; a nadie cuyos pensamientos se alejen de una conversación preguntándose, mucho tiempo después: ¿Lo hice bien? ¿Lo volvería a hacer? Debe ser la condena que los cielos imponen al que quiere acercarse a la inmortalidad, pero afrontar la soledad del cagadero llevando siempre encima esa losa debe ser muy fuerte.
Otro día hablaremos del coste de la ética, precio del que nadie habla, pero que existe y es elevado.
El papa consagra el templo de la sagrada familia y además de la conveniencia de no haber seguido con un proyecto único que solo su creador tenía en la cabeza, pienso en la enorme suerte que tenemos de poder disfrutar de unos modos y estructuras de familia cuya base común se apoya en el amor, en el acuerdo mutuo, en la voluntad libremente expresada por dos seres libres que deciden formalizar un acuerdo de vida ante la sociedad.
Si pensamos en otras épocas, es muy sencillo echar de menos ese componente de voluntariedad, fácil encontrar familias que nunca tuvieron el acuerdo mutuo de sus compontes originales y muy raro que el amor fuera el motor fundamental de la estructura original.
Hoy hay modelos nuevos que permiten que los seres humanos puedan formar familias atendiendo a formas y sistemas muy diversos con plenas garantías legales. La iglesia solo admite una forma de familia y además, se olvida de la condición humana al negar la posibilidad de rectificar lo que puede convertirse en el infierno de un hogar sin amor, sin respeto y sin otra unión entre los componentes que la obligación de permanecer en él hasta el final de sus días. Es lo que llaman la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, paraíso para algunos, indiferencia y rutina para alguno y condena inmisericorde para muchos otros.
La iglesia no entiende que la convivencia puede degenerar hasta extremos patológicos y que nadie rompe una unión matrimonial sin haber puesto mucho empeño en arreglar las cosas, máxime si hay niños por medio. Entiendo que la existencia de hijos aumenta la exigencia hacia la responsabilidad de los adultos, pero sólo eso: nunca puede obligar a los hijos a vivir en un infierno de odios, enfrentamientos y disputas. Eso no es una forma de vida o de religiosidad, eso es una condena que nadie debería estar obligado a sufrir.
La iglesia habla de familia “natural” olvidando que ese término, además de muy amplio, es extremadamente peligroso para sus intereses. La naturalidad de las familias adopta formas muy diversas y complejas, algo que los antropólogos culturales conocen perfectamente y que cualquiera de ellos podría confirmar. No creo que Bernard Levy o sus colegas se atrevieran a dar carta de naturaleza mayoritaria al tipo de familia que la iglesia denomina, con demasiada alegría, como natural.
Hay sociedades que son poligámicas, poliándricas; con uniones temporales o sin ellas; hay crianzas colectivas de los niños y hay otras formas; hay uniones jerarquizadas y completamente libres, pero la formalización contractual de las uniones humanas parte de una base económica más que espiritual. La familia, el matrimonio y la transmisión patrimonial a los herederos es algo más bien moderno, socialmente evolucionado y bastante alejado de la naturaleza, sus leyes y sus exigencias.
Si es verdad que lo más extraño a las formas naturales es la unión homosexual masculina, que la femenina tiene matices, pero la evolución de las sociedades y del derecho puede orientarse hacia la reglamentación de las transmisiones patrimoniales, pactos y actividades económicas dejando la parte de la reproducción en un plano común al de otro tipo de uniones.
Por favor, mucho cuidado con el uso de las palabras, que en los últimos tiempos las carga el diablo. Otro día hablaremos del papel dela mujer según el punto de vista de una jerarquía tan misógina y clasista como la católica, que la cosa tiene tela.
Benito XVI luciendo su natural tendencia por lo antiguo en forma de sombrerito medieval.
Y si, es verdad: no me acuerdo de como se llama el cacharro:-)
Santiago recibe al papa y a sus palabras como ha recibido muchas otras cosas a lo largo de la historia. Recibe a un papa que viene a defender un negocio que se queda sin clientela, harta de encontrarse siempre el mismo menú de intransigencia, platos únicos y aceite rancio. Critica Benito “el agresivo laicismo que recuerda la época de la II República” demostrando un desconocimiento de la historia descomunal, una dejadez en el control de lo que le escriben completamente irresponsable y unas ganas de mear fuera del tiesto realmente incomprensibles.
No está el horno para bollos y comentada la pifia, a la que propongo hacer el mismo caso que han hecho los no-ocupantes de los 900 autocares no llegados a Santiago, me gustaría detenerme en el discurso pseudomístico que pone titulares hermosos al camino de Santiago, a su origen cristiano y a los sangrientos fundamentos del culto al Patrón de España en contraposición al poderío musulmán del sur peninsular, verdadero bastión que necesitaba de la inervención divina para lograr vencerlo.
El camino, mejor dicho, los caminos que confluyen en la zona de Santiago, tienen un origen prehistórico, pues ni siquiera se puede hablar de pre cristiano, que la cosa es más antigua. Desde el sur llegaba la plata en busca de hierro y azabache, mientras que por la cornisa cantábrica se comerciaba con todo tipo de materias a la vez que se buscaba el lugar en el que el sol, moría todos los días: el “finis terrae”. Recuerdo celta y de la religión druídica, encontramos las raíces del nombre del dios Lug en muchos lugares como Lugones y, por supuesto Lugo, sitios consagrados a este dios sin especialidad concreta. Antes de los druidas se conectaron cuevas y culturas paleolíticas, industrias líticas y técnicas para trabajar la piedra que ya anunciaban la futura llegada del gótico cisterciense.
El Campus Estelae, esa ciénaga oscura de mágicos fuegos fatuos donde ahora se cree enterrado un obispo arrianista, verdadero origen de la peregrinación religiosa, se aprovechó del negocio del milagro y medró remando a favor de esa corriente de flujo monetario que el final del Siglo XX ha vuelto a poner en órbita. El negocio, siempre el negocio y el ruido de la santidad, nos trae a Benito para reivindicar las mentirosas raíces de una construcción teórica que podría aprovechar su enorme influencia para favorecer al hombre y no para forjar cadenas que lastran la aspiración de paz, justicia y libertad; anatemas de la iglesia cuando la paz no se da en la liturgia de la misa, la justicia no es divina y la libertad salta las rejas del convento.
Y como despedida: es tan fácil criticar el conjunto, razón, raíz y fundamento de este viaje que no creo que la inteligencia de los lectores merezca el desprecio de argumentar lo obvio.
La foto, que no tiene desperdicio, nos muestra al nietísimo, único heredero del glorioso apellido por obra y gracia del peloteo de las Cortes franquistas. Pues eso.
Leo, sin querer entrar en el desarrollo de la información, que el PSOE habla de que el apellido de los niños puede no ser, obligatoriamente, el paterno. Como es lógico y normal, el PP se opone a la medida, imagino que apelando ala historia, la tradición, el derecho romano y miles de argumentos más. La discusión me gusta, pero me temo que mi postura, tan biologicista como viene siendo habitual en mis argumentaciones, no será demasiado bien recibida ni por unos, ni por otros.
Hace años que, entre risas y veras, lanzo el titular de que “la paternidad es un acto de fe”, lo cual era cierto hasta justo el momento en el que un simple análisis de ADN lo puede poner todo patas arriba y, la verdad, casi mejor que no hubiera llegado esa posibilidad. Total, “pa lo que hay que saber”, casi mejor dejarlo estar. Y es que, bien pensado, el padre y su función, tienen y mantienen una base biológica, pero esta sustanciación queda completamente marginada por la importancia del día a día y por la trascendencia que tiene la enorme carga afectiva que se deposita en los hijos. Eso, sin hablar de la responsabilidad que tenemos en su formación, crianza, desarrollo etc.
Dicho esto, me gustaría que alguien pusiera un argumento de peso para demostrar que la genética es más importante que la costumbre y que no se quiere igual aun hijo biológico que a uno que nos asegurado que lo es. ¿Hay diferencia? Ninguna, ergo lo importante y trascendente para la especie no es el macho, es la hembra, que es la que, impepinablemente, tiene que estar presente siempre, salvo en el caso de Gila, cuya madre “no estaba en casa cuando nació”.
Desde el punto de vista del derecho y su tradición, recordemos la alegría con la que los romanos realizaban adopciones legales para cambiar de bando, posición o estado; que nadie se rasgaba las vestiduras por cambiar de lo que ellos llamaban “gens”, concepto extenso de familia más próximo a clan, pero no nos liemos.
Por último, hay culturas - la judía entre ellas - en las que es la madre la que transmite carta de naturaleza a su descendencia, con o sin la plasmación del apellido; así que también podemos encontrar precedentes en el sentido que se quiera.
Dicho todo esto, ¿me puede alguien explicar la razón de que haya quien se moleste tanto por la posibilidad de que una pareja use los apellidos de los progenitores en el orden que les de la real gana? ¿Se hunde el estado o la civilización occidental? ¿Es malo que si ella tiene mucho cariño a su apellido se use primero el que más rabia les de a los dos? Y por último ¿alguien se acuerda de que en España ya ha habido un precedente en el cambio de orden de los apellidos de una criatura? ¿Alguien se acuerda de que fueron las Cortes franquistas las que autorizaron que el nieto del caudillo cambiara el orden de sus apellidos para que no desapareciera el apellido Franco? La criaturita, que luego las ha montado de todos los colores, se llamó Francisco Franco Martínez – Bordiú, así que en esta España recia, viril, tan devota de lo establecido como la tradición requiere, también se han hecho mangas y capirotes con algo tan serio como la honra de los apellidos inmortales. Hay que joderse cómo nos gusta enredar y convertir en trascendentes lo que no son más que chorradas y convencionalismos formales que no le importan una higa a nadie con dos dedos de frente... cosas de tener tiempo.
Hoy, mientras los diarios hablan de malas noticias, corrupción –cuidado con la que se está montando con Urdargarín y Camps – elecciones en USA y frases machistas del salido de Berlusconi, he decidido que me escapo, que hago pellas, que me monto en la luz y desaparezco.
Algunos de mis amigos me han acusado, a veces, de no definirme mucho en mis gustos sobre Madrid; de no militar como madrileño en la misma medida en la que Madrid me ha dado satisfacciones y me ofrece sus encantos. Es verdad: soy inconstante y un poco veleta; me dejo llevar mucho más por el universalismo de los momentos y lugares en los que me encuentro bien que por una pertenencia monogámica hacia la Villa y Corte.
He sido feliz en Barcelona y adoro sus calles ordenadas que bajan hasta el antiguo misterio del barrio gótico; en Sevilla me dejo llevar por el sonido de mis pasos camino de cualquier farola alumbrando cualquier reja; en Granada me quedé suspendido de la luz hecha edificio y en el norte, en todo en norte, me siento reverdecer como las lomas que siempre se avistan desde Santander, Gijón, Vigo, Santiago... sin abrir el monográfico debido a Donosti, de la que se puede escribir largo como la cabellera del viento que peina Chillida en la punta del rompiente.
Me gustan esas ciudades y otras muchas que no nombro, como Córdoba, Palma, Segovia, Pamplona... y fuera de España Montevideo, Vancouver...lugares donde se que podría vivir sin problemas y ser feliz descubriendo sus rincones, dejándome llevar por las sensaciones de calles y paisajes y soy consciente de que soy injusto con Madrid, pero hoy...hoy Madrid se ha reivindicado en la mejor de sus versiones y me ha explotado en la cara.
Si hoy ha habido alguien en Madrid que haya pasado todo el día sin poder disfrutar de su luz, sin poder sentir ese aire seco, fresco, limpio y maravilloso que nos ha regalado la sierra, que llore amargamente porque es una desgracia como otra cualquiera, tan penoso como ser ciego en Granada.
Desde el amanecer radiante sobre las primeras nieves de Navacerrada, hasta los colores de los árboles explotando de amarillos y casi rojos, el sol, que brillaba limpio como pocas veces lo he visto brillar y que obligaba a protegerse los ojos con la mano, ha sido un espectáculo de los que te dejan próximo al vahído. Madrid se gusta en el otoño, cuando El Retiro se derrama en los mil colores de las hojas caídas y las castañas nuevas ponen un brillo de oscuro barniz sobre la tierra humedecida. Madrid se viene arriba con esos aires que lo limpian todo anunciando los fríos del invierno y dejan un brillo como de hielo en el aire; un brillo que anuncia las cercanas heladas que detendrán el vaho de los niños sobre sus cabezas camino del colegio.
Es Madrid una ciudad dura con sus habitantes, a los que empuja con prisa por las aceras cercadas de tráfico; pero de vez en cuando, especialmente en otoño, nos hace el regalo de la luz y de la belleza de sus cielos; de sus colores abrillantados por el aire de la sierra hasta la muerte del sol incendiado de naranjas lejanos que nos entregan a la noche. Madrid dormirá añorando sus luces y nosotros tendremos la suerte, quizás mañana mismo, de despertar con la esperanza de volver a ser felices cabalgando un aire limpio camino de la luz. Hoy he sido yo el que ha puesto su alma a volar alto hacia los cielos, pero os invito a todos a que probéis mañana la alegría de entregarse a la contemplación de su belleza. No estaréis solos, seguro.
Bajo la influencia del Myolastan y encorsetado porl a faja de motorista que intentan evitar el enganche de una lumbalgia estacionaria y feroz, me enfrento a los titulares del día con una cierta distancia de día festivo y lánguido que discurre bajo el viento fresco que hace correr las nubes de todos los colores y tonos.
Rajoy se deja llevar por la tendencia natural y confiesa su acuerdo con lo planes económicos que pretenden ajustar a los Ingleses a las tallas anoréxicas de las sociedades pre...históricas. Sabe de lo impopular de las medidas y que España se pensaría mucho dar su apoyo a ese proyecto de demolición no acaba de entregarse un discurso público y claro sobre las medidas y modelos que considera necesarios para arreglar un patio maltrecho. No soy político y así me va, pero me angustian las estrategias oscurantistas de los partidos que, queriendo hacer una cosa, no la dicen o presentan una versión descafeinada de los proyectos.
La verdad, la simple exposición de la voluntad de los partidos de estructurarla sociedad de una forma determinada, la verdadera base de la democracia, se olvida, se matiza, se esconde y oculta para presentar una versión maquillada y pasada por las manos de un “photo shop” intelectual que quita arrugas, granos, imperfecciones y presenta adefesios intelectuales como elegantes teorías suaves, delicadas, correctas, amables y seductoras imposibles de rechazar.
Señores: la confrontación política requiere verdad y “tomar partido”. Es cierto que los tiempos han acercado posturas y que la UE actúa como amortiguador de enfrentamientos, que la dispersión se ha reducido, pero...sigue habiendo dos lados, una raya que nos coloca ante la necesidad de posicionarnos y ser identificados como habitantes de uno u otro lado. El problema español es que hay un terreno en continua disputa y otro ocupado sin escritura pública de propiedad. Me explico:
El centro es territorio de guerra y da la victoria a unos y otros. No tiene dueño, pero tiene “incursiones” temporales. Tanto PSOE como PP lo reivindican como suyo; de una forma más marginal el PSOE y con un discurso engañoso el PP. El segundo sabe que la derecha le pertenece por “derecho natural”, pero tiene dos extremos complicados de gestionar. El centro que recela de convivir con extremos fascistas que no se escinden, y los reductos extremistas que no puede dejar escapar por la puerta d la extrema derecha. El PSOE tiene fácil la tarea de diferenciarse de IU, pero ¿que puede hacer el PP con esos núcleos duros de fascismo latente para que no estropeen la foto?
Complicado, pues las medidas duras de una economía con recetas “neocons” mezcladas con posturas xenófobas, racistas, excluyentes y defensoras de la exclusividad religiosa configuran un programa muy complicado de tragar por una mayoría social que sabe de la necesidad de cambiar en las próximas elecciones y que, sin embargo, mira a todos lados buscando ese ¿que no hay alguien más? del chiste de Eugenio.
De todas formas, no tengo demasiado claro que todas las tramas extrañas con amigos del alma, dineros raros, trajes y miradas tiernas entre hombres hechos y derechos que generan todo tipo de preguntas. Aunque hay temas en los que si cabe el compromiso: el absoluto rechazo al matrimonio gay, que asegura que eliminará de nuestra legislación. ¿Nos jugamos algo a que no hacen nada, al igual que pasó con el aborto, el divorcio y otras banderas que levantaron en su día como innegociables? La cobardía social de ese partido empieza ser proverbial.
Pretendo ser políticamente incorrecto razonando mis comentarios. Puedes insultarme, pero recuerda que es más efectivo el razonamiento y si lo haces bien, puede que incluso cambie mi postura. Te animo a la discusión.
¿Qué es el Materialismo Filosófico?
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Gustavo Bueno.
*Sistema filosófico desarrollado por Gustavo Bueno (1924-2016)*
*Definición en la Enciclopedia Symploké (actualmente con enlaces caídos)...
De tanto perder, aprendí a ganar.....
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Hoy por casualidad, o por causalidad no lo tengo muy claro, me he
encontrado con un poema de Nadine Stair, mal atribuido a Jorge Luis Borges,
que da n...