Fascistas en el 20 N.
Ando estos días, como muchos otros me parece, bastante enfadado con la política y con los políticos de este país, inmersos en videos absurdos y toallas de película de Alfredo Landa, pero también, y no menos, ando muy cabreado con los medios de comunicación y el uso de términos perversos que esconden la verdadera naturaleza de los conceptos que pretenden definir.
Del 20 N no he comentado nada, pues creo que está todo –o casi todo, dicho –pero si quiero comentar una denominación que me indigna y que estamos oyendo mucho: nostálgicos del viejo régimen. ¡Y un cuerno! Estos señores y señoras mayores que ondean las banderas del aguilucho no son nostálgicos: son fascistas de viejo cuño que reivindican un régimen fascista y dictatorial, por mucho que ahora intenten hacernos ver que aquello fue tan agradable como una merienda campestre. En cuanto a los jóvenes que participan de esa simbología y saludan brazo en alto a las banderas falangistas, son neonazis perfectamente conectados con otras organizaciones similares de Europa y que deberían estar tan perseguidas y fuera de la ley como lo está Herri Batasuna: justifican y defienden los mismos caminos de violencia para tomar el poder y su única diferencia es que unos han dado el paso y actúan con violencia y otros, más conservadores y timoratos, esperan que otros den el paso, ejerzan la violencia para aplaudirles, apoyarles y beneficiarse, una vez más, de un régimen que favorezca sus intereses. Error por error, delincuencia por delincuencia, me parece más honesta y consecuente la postura de los batasunos que la de estos fascistas de salón y guardarropía que sueñan con que otros dirijan la orquesta para ponerse a cantar el cara al sol sin que ellos tengan que comprometerse.
En cuanto a las bondades del franquismo, sólo decir que jamás, en ningún estudio serio, tabla estadística, tesis, resumen o análisis, he encontrado algún parámetro que avale las bondades de la gestión de aquellos prebostes. En cambio, si he visto la enorme transformación de un país gracias a la imperfecta gestión de una democracia que entre 1978 y 1992 transformó un país y una sociedad llevándolos desde el blanco y negro a una modernidad ejemplarizante.
Estoy muy harto de la política de nuestros políticos; me frustra enormemente el despilfarro de ilusión, compromiso y esperanza con la que los partidos están gestionando nuestra confianza. Ya sé que el sistema no es perfecto, pero esta dejadez, esta inercia, esta dejadez y molicie mental es dolosa, es inmoral y hay que combatirla. No hay que renunciar del sistema o de los partidos: hay que exigirles responsabilidad, compromiso y eficacia; además de ética, moral, coherencia, integridad y proyectos adecuados a los tiempos que vivimos y a los enormes problemas con los que nos enfrenamos. Señores, a sacudirse la caspa y a trabajar, que les estamos regalando el partido a los fascistas.
P.D.- Por cierto, lo del espectáculo del paseo de hoy no lo comento, que sería monótono, pero impresionante, de verdad.
Efectivamente no puedo estar más de acuerdo. No sólo debemos quejarnos y manifestar todos nuestros desencuentros y frustraciones, hay que levantarse cada día y trabajar para ganar nuestro partido.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.