Desde este mapa de la radiación de fondo, Roger Penrose es capaz de vislumbrar el pasado del Big Bang. Suerte la suya y envidia propia.
Leo que Roger Penrose, un excelente científico que me dejó un poco rayado con su libro “La nueva mente del emperador”, ha descubierto una serie de patrones definidos en la radiación de fondo de microondas; esa que todos se empeñaban en considerar como el ruido de fondo del Big Bang. La sorpresa del análisis –cuya profundidad no alcanzo ni a vislumbrar de lejos- es que esos patrones regulares de forma circular, hablan, por primera vez, de lo que podría haber sucedido ANTES DEL BIG BANG.
Que el universo se expande es algo que hasta los niños de las películas de Woody Allen daban por asumido, aunque Brooklin quedara indemne de semejante anomalía dinámica. Lo de ahora es un paso más: es empezar a consolidar la idea de que tras esa expansión, es muy posible que tenga lugar una reversión y la fuerza gravitatoria logre imponerse sobre esa dinámica explosiva para colapsar de nuevo en una singularidad extrema. Bueno, era una de las posibilidades que siempre habían manejado los empollones, si bien los cálculos ponían de manifiesto que para que esa reversión y el posterior colapso pudieran ocurrir, hacía falta que el universo contara con muuuucha más materia de la que podíamos observar. Agujeros negros, supercuerdas y materia oscura adquirían peso en la carrera establecida para encontrar esa masa necesaria.
Roger Penrose ha abierto una ventana a nuevos retos para la mente humana, pero ya hay otros que, asustados ante el tamaño del desafío, vuelven la mirada atrás en busca de la seguridad de otra mente construida sobre nuestra falta de conocimiento: la religión, eterno puerto seguro donde descansar el intelecto y dejar la tarea de conocer en manos de otro.
Me dan envida los que consiguen esa calma que yo considero tan dañina, pero lo que no acabo de explicarme es el miedo de tantos y esa renuncia a trabajar para intentar conocer. Gracias a esa pelea hemos avanzado y estructurado un bagaje de conocimientos que, sin explicarlo todo, ya son capaces de dar coherencia a muchas cosas que antes no soñábamos con imaginar. Ahora, como siempre pasa, se abre otra puerta cuando parecía que no había mas cuartos que explorar, pero eso no debe darnos miedo ni mandarnos de nuevo a las cavernas: es un nuevo reto, un nuevo acicate sobre el que mejorar, algo por lo que pensar mejor y de forma más completa.
La nueva mente de emperador ha imaginado un nuevo mundo que nos conecta con el pasado y, a la vez, con el futuro: ha descubierto otro imperio para que triunfe la inteligencia y algunos, los más cobardes, no quieren ni oír hablar del nuevo mundo. Ellos se lo pierden, pero me dan mucha envidia los que cuentan con la armadura intelectual necesaria para pasar la raya que la ciencia dibuja a sus pies. Como los hombres de Pizarro, verán un mundo nuevo que los demás ni entendemos ni podemos imaginar. Afortunados ellos.
Graciaas a la ciencia y a quienes han sabido utilizarla, podemos enfrentarnos hoy a nuevos retos. La evolución existió desde el primer día pero no sabemos cuál fué ese primr día ni cuál será el último. Los investigadores tienen mucho trabajo y yo reconozco mi ignorancia. Tratar de profundizar en tu comentario me produce vértigo .
ResponderEliminara.m.