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martes, 2 de noviembre de 2010

Escapada

El Retiro en otoño. ¿Hay algo que decir?

Hoy, mientras los diarios hablan de malas noticias, corrupción –cuidado con la que se está montando con Urdargarín y Camps – elecciones en USA y frases machistas del salido de Berlusconi, he decidido que me escapo, que hago pellas, que me monto en la luz y desaparezco.
Algunos de mis amigos me han acusado, a veces, de no definirme mucho en mis gustos sobre Madrid; de no militar como madrileño en la misma medida en la que Madrid me ha dado satisfacciones y me ofrece sus encantos. Es verdad: soy inconstante y un poco veleta; me dejo llevar mucho más por el universalismo de los momentos y lugares en los que me encuentro bien que por una pertenencia monogámica hacia la Villa y Corte.
He sido feliz en Barcelona y adoro sus calles ordenadas que bajan hasta el antiguo misterio del barrio gótico; en Sevilla me dejo llevar por el sonido de mis pasos camino de cualquier farola alumbrando cualquier reja; en Granada me quedé suspendido de la luz hecha edificio y en el norte, en todo en norte, me siento reverdecer como las lomas que siempre se avistan desde Santander, Gijón, Vigo, Santiago... sin abrir el monográfico debido a Donosti, de la que se puede escribir largo como la cabellera del viento que peina Chillida en la punta del rompiente.
Me gustan esas ciudades y otras muchas que no nombro, como Córdoba, Palma, Segovia, Pamplona... y fuera de España Montevideo, Vancouver...lugares donde se que podría vivir sin problemas y ser feliz descubriendo sus rincones, dejándome llevar por las sensaciones de calles y paisajes y soy consciente de que soy injusto con Madrid, pero hoy...hoy Madrid se ha reivindicado en la mejor de sus versiones y me ha explotado en la cara.
Si hoy ha habido alguien en Madrid que haya pasado todo el día sin poder disfrutar de su luz, sin poder sentir ese aire seco, fresco, limpio y maravilloso que nos ha regalado la sierra, que llore amargamente porque es una desgracia como otra cualquiera, tan penoso como ser ciego en Granada.
Desde el amanecer radiante sobre las primeras nieves de Navacerrada, hasta los colores de los árboles explotando de amarillos y casi rojos, el sol, que brillaba limpio como pocas veces lo he visto brillar y que obligaba a protegerse los ojos con la mano, ha sido un espectáculo de los que te dejan próximo al vahído. Madrid se gusta en el otoño, cuando El Retiro se derrama en los mil colores de las hojas caídas y las castañas nuevas ponen un brillo de oscuro barniz sobre la tierra humedecida. Madrid se viene arriba con esos aires que lo limpian todo anunciando los fríos del invierno y dejan un brillo como de hielo en el aire; un brillo que anuncia las cercanas heladas que detendrán el vaho de los niños sobre sus cabezas camino del colegio.
Es Madrid una ciudad dura con sus habitantes, a los que empuja con prisa por las aceras cercadas de tráfico; pero de vez en cuando, especialmente en otoño, nos hace el regalo de la luz y de la belleza de sus cielos; de sus colores abrillantados por el aire de la sierra hasta la muerte del sol incendiado de naranjas lejanos que nos entregan a la noche. Madrid dormirá añorando sus luces y nosotros tendremos la suerte, quizás mañana mismo, de despertar con la esperanza de volver a ser felices cabalgando un aire limpio camino de la luz. Hoy he sido yo el que ha puesto su alma a volar alto hacia los cielos, pero os invito a todos a que probéis mañana la alegría de entregarse a la contemplación de su belleza. No estaréis solos, seguro.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu comentario, A mí madre le gustaba con delirio el otoño y a mí... el crujido de las hojas al pisarlas recreándome, la luz que penetra a través de los árboles con todo el esplendor de un día luminoso o la bruma de un apacible día gris, me transportan a una fecha muy señalada de mi vida.
    Siempre pregono a los cuatro vientos que el otoño de Madrid es espectacular e inigualable.
    a.m.

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  2. Madrid es maravilloso a pesar de que muchos se empeñan en cargarselo.
    Andamos con demasiadas prisas pero cuando un dia te quedas m irando el cielo te quedas sin respiración.
    soy madrileña y me gusta Madrid y me fastidia verlo sucio y abandonado

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