Benito XVI luciendo su natural tendencia por lo antiguo en forma de sombrerito medieval.
Y si, es verdad: no me acuerdo de como se llama el cacharro:-)
Santiago recibe al papa y a sus palabras como ha recibido muchas otras cosas a lo largo de la historia. Recibe a un papa que viene a defender un negocio que se queda sin clientela, harta de encontrarse siempre el mismo menú de intransigencia, platos únicos y aceite rancio. Critica Benito “el agresivo laicismo que recuerda la época de la II República” demostrando un desconocimiento de la historia descomunal, una dejadez en el control de lo que le escriben completamente irresponsable y unas ganas de mear fuera del tiesto realmente incomprensibles.
No está el horno para bollos y comentada la pifia, a la que propongo hacer el mismo caso que han hecho los no-ocupantes de los 900 autocares no llegados a Santiago, me gustaría detenerme en el discurso pseudomístico que pone titulares hermosos al camino de Santiago, a su origen cristiano y a los sangrientos fundamentos del culto al Patrón de España en contraposición al poderío musulmán del sur peninsular, verdadero bastión que necesitaba de la inervención divina para lograr vencerlo.
El camino, mejor dicho, los caminos que confluyen en la zona de Santiago, tienen un origen prehistórico, pues ni siquiera se puede hablar de pre cristiano, que la cosa es más antigua. Desde el sur llegaba la plata en busca de hierro y azabache, mientras que por la cornisa cantábrica se comerciaba con todo tipo de materias a la vez que se buscaba el lugar en el que el sol, moría todos los días: el “finis terrae”. Recuerdo celta y de la religión druídica, encontramos las raíces del nombre del dios Lug en muchos lugares como Lugones y, por supuesto Lugo, sitios consagrados a este dios sin especialidad concreta. Antes de los druidas se conectaron cuevas y culturas paleolíticas, industrias líticas y técnicas para trabajar la piedra que ya anunciaban la futura llegada del gótico cisterciense.
El Campus Estelae, esa ciénaga oscura de mágicos fuegos fatuos donde ahora se cree enterrado un obispo arrianista, verdadero origen de la peregrinación religiosa, se aprovechó del negocio del milagro y medró remando a favor de esa corriente de flujo monetario que el final del Siglo XX ha vuelto a poner en órbita. El negocio, siempre el negocio y el ruido de la santidad, nos trae a Benito para reivindicar las mentirosas raíces de una construcción teórica que podría aprovechar su enorme influencia para favorecer al hombre y no para forjar cadenas que lastran la aspiración de paz, justicia y libertad; anatemas de la iglesia cuando la paz no se da en la liturgia de la misa, la justicia no es divina y la libertad salta las rejas del convento.
Y como despedida: es tan fácil criticar el conjunto, razón, raíz y fundamento de este viaje que no creo que la inteligencia de los lectores merezca el desprecio de argumentar lo obvio.
Una cosita, y sin ánimo de corregir, el Papa no es Benito, es Benedicto.
ResponderEliminarEn una boda celebrada ayer, los novios, en vez de poner en el plato de cada invitado un regalito como recuerdo, pusieron una tarjeta que decía: Regalo X vacunaciones a la Fundación X. Eso me parece mucho más edificante.
ResponderEliminarEso quiere decir que yo también opino que las cosas deberían cambiar aunque mantengo cierto respeto a caua de la educación recibida.
a.m.