Cuatro religiosas, pegadas a la bayeta, viven su momento de gloria ante el mundo.
Si es que van provocando...
El papa Benito XVI ha visitado España y me he tomado mi tiempo para escribir sobre los hechos más destacados de tan infausto viaje. Como todos los que me siguen se habrán imaginado, me parece una idiotez mal aconsejada tocar las narices con los recuerdos de una época que el mismo vivió y que tuvo que sufrir vestido con el uniforme de las Juventudes Hitlerianas, pasado del que no diré absolutamente nada, pues nadie tiene la culpa de tener catorce años en los últimos días de una dictadura fascista que pierde una guerra. Los valientes, que bajen a la arena y que no toreen desde la barrera, que a ver quien era el listo...
Del viaje me quedo, por encima de la consideración de los modelos familiares, el aborto etc con una escena que, por si sola, describe, ilustra, explica y contiene tratados enteros sobre la importancia social que la Iglesia, si con mayúsculas de nomenclatura, estructura y jerarquía, concede a la mujer en nuestros días.
El papa consagra el nuevo altar de la Basílica de la Sagrada Familia y unta (me imagino que en términos litúrgicos, unge) de aceite la espléndida losa de piedra del altar mayor. Concluido el ritual, cuatro monjas se acercan y dejan aquello como los chorros del oro. Repito: cuatro MONJAS, no dos seminaristas y dos novicias, no; tampoco dos hombres de cualquier condición y dos mujeres de cualquier condición; religiosos, seglares, civiles, ordenados etc: no. Cuatro mujeres se encargan de lo que siempre ha sido, y será para esa Iglesia, el trabajo y cometido principal de la mujer: ser fregona al servicio del hombre. ¿Hay que dar mas explicaciones? Y que no me vengan con la coña de que tomo un detalle del todo para hacer juicio, que si alguna institución conoce el poder de los símbolos es, precisamente, esa Iglesia que no eja pasar detalle y que no da puntadas sin hilo. Si eligieron a cuatro señoras, lo hicieron con toda la reflexión y trascendencia, que tontos no son.
¿Carcas?, un huevo, pero tontos....
Y lo felices que se sintieron las monjitas ? Este ha sido el momento cumbre y más glorioso de su vida.
ResponderEliminarTambién hay que pensar en la felicidad de los demás...
a.m.
Ya sabemos que en la iglesia las monjas hacen eso, en el vaticano cuidan del papa y limpian sus aposentos. Para cuando un obispo o papa mujer?
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