España se asombra de que sus plazas se llenen de gente que no quiere ser domesticada. El sistema tiembla de miedo ancestral ante el pueblo en ideas, que no en armas. España recuerda a Quevedo, recuerda a aquellos que, desde su genialidad, supieron ver la debilidad del poder ante el movimiento de las masas:
¿Quien con su fiereza espanta
El cetro y corona al rey?
El pueblo se encuentra, habla, se mira a la cara y, sin saber muy bien cual es el proceso de cohesión que aglutina intereses y acciones, las plazas se llenan de gente que pide....lo obvio. Me he leído con ganas los puntos del manifiesto del 15 de Mayo y puedo asegurar que no conozco a nadie que, fuera del contexto de estos días, no firmaran con su propia sangre todos y cada uno de ellos, pero...como no están amaestrados y domesticados, hay que prohibirlo, hay que censurarlo: hay que impedirlo como sea. Pero todos esos que, desde los partidos se rasgan las vestiduras o los que, también desde los partidos, los quieren hacer suyos, se equivocan: el primer rechazo es hacia ellos, que hace años se dedican a un ejercicio onanista de autocomplacencia endogámica que, además de destruir la conexión con la sociedad, les ha hecho creer que su posición es eterna, indestructible; que les permite consagrarse como casta superior que no tiene que dar explicaciones a sus siervos.
La clase política se debe a los ciudadanos, vive para servir los intereses de sus votantes y simpatizantes, para luchar por conseguir que las naciones vivan según un modelo, no para entregarse a la autocomplacencia.
Vivimos una crisis que se origina en una estafa; una crisis que ha hecho que la política ceda el poder al dinero gestionado según su peor versión y ahora los ciudadanos estafados piden que se les oiga, que se les repare el daño causado y que aquellos que se entregaron a un juego ilícito e inmoral, propiciado por el uso engañoso de sus votos, abandonen el poder y asuman su fracaso. Piden que la democracia funcione y que el poder tenga en cuenta, como origen y vocación, el mandato que emana del pueblo. Sencillo, pero hay que volver a recordar:
¿Quien careciendo de ley
merece nombre de santa?
Los partidos, todos ellos en su conjunto, han presentado listas electorales con cien implicados en procesos por corrupción. ¿Quien puede extrañarse de que eso indigne a los ciudadanos? ¿No es indignante que un partido implicado en casos oscuros, oscurísimos, obtenga más y más votos elección tras elección?
Hasta donde se y entiendo, este es un movimiento sano, de gente que dice que no quiere seguir siendo engañada, expoliada y defraudada por unos políticos que hace tiempo que han desconectado de sus obligaciones y le han entregado el poder y el control de la historia a la más baja expresión de la miseria humana: el dinero. La verdad es amarga, muy amarga.
Querido Beltrán, seguramente se ha desperdiciado más tinta que sangre -el otro artículo- en decir lo corruptos que son los políticos, pero ¿quién no lo es?,¿quién está libre de pecado?,tal vez los débiles mentales o ciertos enfermos psiquicos, pues el resto del genero humano se comporta como ellos; eso si cada uno en su momento y si la situación lo requiere. No, no es el dinero lo que perseguimos; este es solo el medio actual(aunque actual equivale a varios miles de años) que nos proporciona lo que realmente buscamos: vivir plácidamente a costa de los demás (antaño esclavos físicos, hoy esclavos económicos).
ResponderEliminarCreo sinceramente que si, en vez de escuchar tanto a periodistas, economistas y políticos, escucháramos a antropólogos, biólogos, etólogos psiquiatras y demás ciencias afines entenderíamos por qué el problema no tiene solución y por qué somos como somos. Tal vez Darwin tenía razón.
En fin, un saludo.