Que nadie se olvide de lo que pasa cuando se enreda con lo no se tiene que enredar.
Hay demasiados que añoran cosas malas que tanto mal hicieron.
Que estamos tontos es algo notorio; que Darwin se equivocó y las especies pueden retroceder en su camino evolutivo está, claro; pero que los mercados de determinados productos se abran a base de matar a sus futuros consumidores, eso no lo habíamos visto todavía.
El verano es época de balconing y borrachos ensartados en las astas de esos tradicionales y bien tratados “bous al carré”, prolegómenos todos de burradas de más altos vuelos, como el toro de la Vega, orgullo patrio que consigue oscurecer los logros de otras perversiones nacionales, como la disciplina inglesa o las bolsas de plástico, a la hora de encabezar los estereotipos europeos.
Este verano, unos iluminados han intentado hacer del Estramonio (Me arriesgo con la Wikipedia: Datura stramonium es una especie de planta tóxica de la familia de las solanáceas. Popularmente se conoce como burladora, chamico, estramonio, revientavacas, hierba del diablo, hierba hedionda, higuera del infierno, higuera loca o manzana espinosa) una droga de diseño sin hacer caso de la nomenclatura popular, suficientemente explícita con respecto a los efectos de su ingestión. Resultado: dos idiotas muertos, uno casi tieso y la policía municipal de Getafe (vaya veranito que lleva el municipio) arrancando las plantas para evitar ideas.
Los pinares de Soria se han visto invadidos por una concentración de personas que venían a un macro concierto ilegal. Unas cuatro mil personas han estado amontonadas durante días en un espacio natural de alto valor cuyas visitas se hallan restringidas, donde no se puede acampar y cuyos vecinos casi ni pueden pisar. Eso si: como ya estaban por allí, nadie les dijo que se marcharan con la música a otra parte. No voy a ser muy explícito con respecto a la descripción del rastro que cuatro mil seres humanos, hacinados y sin servicios, dejan en el paisaje; que luego viene la censura y me pone el blog en el índice de libros prohibidos, pero es que estamos tontos, de verdad.
¿Es que no hay nadie que pueda impedir actos ilegales de esa naturaleza? ¿Es que no se han dado cuenta de que no han acabado como carboncillos, en un incendio, de milagro? Esos bosques son muy importantes en muchos aspectos, uno de ellos el de sostener a muchas familias que se quedarían sin recursos tras un incendio, sin entrar a considerar cuestiones sanitarias o escatológicas.
A ver si no nos confundimos: una cosa es el respeto por las libertades civiles, que a pesar de algún exceso está muy bien y otra, muy distinta, es que unos descerebrados hagan mangas y capirotes a costa de la sensatez. Justo para esos casos nuestras fuerzas públicas tienen cuerpos represivos con ganas de dar estopa en condiciones; que si no se nos ponen tensos y se les escapan las tortas a destiempo, como ya ha pasado en estos días.
No tengo ninguna duda con respecto a lo conveniente o no de la manifestación llamada “antipapa”, pero lo que sí tengo muy claro es que había un recorrido aprobado, que los unos tenían permiso y los otros se colocaron por allí a ver si podían tocar un poco las narices a los que querían tocar las narices al gobierno, no a ellos. Sobre el histórico de los unos y de los otros, tampoco tengo dudas: en los últimos 50 años, los unos han dado siempre y los otros han recibido. Eso si: las hostias siempre llegaban por encargo de Cristo Rey, que alguien pensaba que dolían más y llevaban indulgencias.
Cosas de ser mayor y tener un poco de memoria, que tampoco hace falta tanta para acordarse de lo bestias que eran. Por cierto: que a nadie se le olvide que algunos de los peregrinos que vinieron a portarse tan bien, llegaron de países en los que hay escuadrones de la muerte y fuerzas paramilitares que asesinaron a jesuitas y curas comprometidos; cuyas iglesias hacen política en los púlpitos –hoy, no hace años, que Vargas Llosa lo cuenta muy bien -y que, curiosamente, el día de los problemas dejaron oír sus acentos por Sol. Que se lo pegunten a Monseñor Romero, Ellacuría y compañía, aquellos de los que la curia vaticana nunca quiso saber nada.
Gracias, muchas gracias por poner la tilde a "ésta" sólo cuando es necesario. Por lo demás, soy la fiel esbirra de sus ideas.
ResponderEliminarMort_Adela