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miércoles, 31 de agosto de 2011

Vivir del cuento

Se van a laminar a los sindicatos y nadie va a mover un dedo.
¿Se darán cuenta de que deben trabajar en serio?
Como no todo va a ser ver la paja en ojo ajeno (estoy muy bíblico últimamente) sin percatarse de la viga en el propio, hoy me apetece ser coherente con mis propios criterios y darles cera a nuestros aborregados sindicatos, que les va haciendo falta.
UGT y CCOO, además de USO y otros compañeros de viaje, se han encontrado con una herencia histórica que no merecen, con un regalo de la democracia que no han sabido gestionar y hoy, salvo honrosas y no muy conocidas excepciones, sestean en los mullidos colchones de las subvenciones y los privilegios legales de una reglamentación laboral absurda y proteccionista.
La democracia nos ha traído unos sindicalistas que, además de no ser dignos de la herencia histórica de lucha, sangre y represión que conllevan sus siglas, dedican sus vidas a pintar la mona, hacer demagogia y colocar amiguetes pasteleando oposiciones.
Hoy, después de años de contemplar sus malas artes y sus pocas ganas de trabajar, son muy pocos los compañeros de estos sindicalistas que, de forma justificada, pueden oponerse al deseo del PP de reconducir la actividad sindical y el papel de los sindicalistas. Ellos claman contra los ataques de esa “patronal” despiadada y explotadora sin pararse a pensar que, si nadie, o casi nadie, les apoya, será por algo.
Señores sindicalistas: aporten, den, propongan, trabajen, defiendan y generen nuevos modelos que integren la defensa del trabajador y de la empresa como binomio de creación de riqueza y competitividad; propongan nuevos diseños de participación de los trabajadores en la riqueza generada; hablen de implicación, de jóvenes formados a los que dar un plan de carrera dentro de empresas comprometidas incentivadas por ello y hagan algo positivo y consecuente de una puñetera vez, que va haciendo falta.
Piensen que, con el derroche de la herencia, se ha ido por el sumidero la legitimación moral para enfrentarse a un modelo empresarial que se encastilla en lo más duro del neoliberalismo sin una oposición sindical evolucionada, moderna e ilusionante.
No se pueden seguir manejando modelos que no aportan nada y que perviven reivindicando un modelo de relación entre la empresa y el trabajador en el que nadie cree: ni los unos porque nunca lo han hecho ni los otros, porque desde la sensatez, se dan cuenta de que la cosa no chuta.
Los del 15 M y muchos otros, también les decimos que así ni un día más: no tienen sitio en el futuro, sólo en los libros de historia. Y ojo, que lo que pido es que se reconviertan, no que desaparezca el sindicalismo, que hoy, especialmente hoy, hace más falta que nunca. Lo que viene da mucho miedo y hace falta estar muy bien preparado para demostrar que se puede hacer de otra manera, no como lo están haciendo, que dan pena.

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