De historia en historia, de fuego en fuego,
viven los juegos que habitan los libros.
El último artículo de Vargas Llosa comenta cuestiones muy interesantes sobre los posibles formatos de transmisión de información que usarán las futuras – las actuales, casi – generaciones en internet. Habla - y lo hace de forma brillante, como siempre - de la dificultad de conseguir concentración; algo que se está poniendo en evidencia en los usuarios de menos de 20 años; comenta de la dificultad para desarrollar argumentaciones complejas y de que internet supondrá un cambio en el formato usado para transmitir información, de la misma manera que la imprenta de Gutenberg trajo cambios y revoluciones.
Absolutamente de acuerdo, pero el artículo me pone ante realidades distintas que me gustaría comentar tranquilamente sin buscar, de forma obligada, ninguna conclusión. Tengo un amigo lejano; un amigo de esos que lo son con independencia del tiempo pasado juntos o de las veces en las que se ha tenido la suerte de disfrutar del paso del tiempo sin más ocupación que ver ponerse el sol o pasar las nubes, que es –sigue siendo a pesar de que el dice que se ha jubilado – periodista hasta las trancas y que jamás escribió un libro, pues jamás hizo caso de las muchas peticiones que muchos le hemos hecho. Según mi amigo Guillermo Pérez, periodista uruguayo no retirado, es un absurdo ponerse a escribir un libro después de haber leído a Homero.
Si él, que cuenta con una inmensa capacidad para contar cosas de la mejor manera posible a través de la palabra escrita dice eso, habrá que darle dos vueltas a la idea antes de rechazarla de plano, que algo de verdad, tiene. Según mi opinión, Vargas Llosa tiene mucha razón en muchas de las cosas que dice, pero hay una cuestión que trasciende del fondo, resumido en la palabra “información”. ¿La literatura se basa en la transmisión de información o es algo más? Volviendo a mi amigo Guillermo y a su idolatrado Homero: ¿La Ilíada y la Odisea son tratados de historia? ¿Se puede hacer una ficha con esas dos obras maestras y condensarlas en los puros hechos narrados? ¿Quedaría algo de literatura al final de esa disección?
Creo, sinceramente que no, que de ninguna manera. Desde mi modesto punto de vista, Internet y los futuros sistemas de relacionar informaciones, textos, archivos y documentos varios, seguirán manteniendo la posibilidad de distintos usos en función de las necesidades y afinidades de cada uno. Teniendo eso en cuenta, aquellos de nosotros que sigamos gustando de disfrutar de la forma en la misma medida que nos satisface el fondo, podremos acceder a la literatura a través de los eternos libros de siempre, de archivos para lectores electrónicos o de cualquier otra forma, que eso no nos quitará la satisfacción de entregarnos al juego de las palabras, al registro mental de las voces, a los olores imaginados y a todos los mundos que encierra una buena historia bien contada. Por eso no acabo de estar de acuerdo ni con mi amigo Guillermo ni con Vargas llosa, pues cada historia bien contada trae un placer nuevo, como cada amanecer descubre un nuevo día con sus alternativas y posibilidades totalmente distintas de los días pasados.
Y si no es así, ya me contaréis que hago yo aquí, en esta pantalla, jugando con las palabras para comentar cosas que todos sabéis y que a casi nadie importan más allá del juego de escuchar aquello que otro quiere contar.
Vamos, que la cosa no ha cambiado demasiado desde los fuegos de campamento en los que alguien, jugando con las palabras y las sombras, contaba que la luna le había contado...
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