¿Que esperaban? ¿Que les dieron?
Decía el romance del Cid "...que buen vasallo, si lo hobiese buen señor"
Pues eso, un poco de emoción y de alegría, monseñor.
Cuando yo era pequeñito, hace de eso demasiados kilos y demasiados años, venía a darnos clase de religión –junto con las asignaturas de educación física y Formación del Espíritu Nacional, si, esa, la de la familia, el Municipio y el Sindicato Vertical, una de las tres marías– un curilla de muy cortas entendederas obsesionado con dos cuestiones que, para él, eran absolutamente trascendentes: el camino de Abraham y la parábola de los talentos.
Del primero no he vuelto a oír hablar a nadie, que la normalidad suele evitar el escabroso tema del filicidio y no suele estar muy bien visto, aunque oigamos voces divinas que nos lo exijan. En cuanto a la parábola de los talentos, me gustaría que ese curilla –cuyo nombre he podido olvidar gracias a lo poco que influyó en mi vida – pudiera repasarla con su Arzobispo, el inefable Rouco Varela, derrochador de patrimonio donde los haya y que ayer dilapidó un capital inmenso de ilusión, entrega, energía y militancia. Y voy con la explicación, tranquilos.
Si a cualquier director de comunicación, de marketing, líder político o showman le hubieran entregado, en bandeja y atados de pies y manos, a cientos de miles de adeptos-clientes-acólitos disfrutadores del mensaje tal y como ayer se le entregaron a Rouco, nos organiza la mundial. En lugar de emocionar, de elevar, de contagiar entusiasmo, valor y confianza a un auditorio que venía hasta Madrid en busca de afirmación y apoyo, Antonio María Rouco Varela puso todo su empeño en ...dormir a las ovejas. Debe ser que con tanta metáfora de corderos y rebaños el hombre se contagió, pero aquel curilla que venía hasta el Ramiro de Maeztu a reclamar que usáramos bien los talentos que nos habían sido dados, le hubiera echado un chorreo de padre y muy señor mío.
¿Cómo es posible hacerlo tan mal? ¿Cómo es posible que a alguien se le entreguen tantas ilusiones y devuelva tanto aburrimiento? ¿Quién ha sido el irresponsable de tanta chapuza escenográfica? Dejando al lado eso de que el micro no funcionara, la música no podía ser más chusca y ramplona, como si en los siglos de historia que tiene la Iglesia no hubiera la suficiente música sacra como para emocionar hasta a las piedras. ¿Tenemos que reivindicar a Mozart, Bach y compañía a estas alturas? Y en cuanto a sus dotes de comunicación, sin palabras: por no dejarse olvidado ningún posible error de libro, hasta nos hizo el numerito de la pelotilla salivar sorpresiva; aquella que en nuestros años infantiles nos atemorizaba constantemente y nos hacía odiar a sacerdotes y profesores que lanzaban tan asquerosos proyectiles en sus clases y en sus misas.
Tuvo en sus manos la consagración de muchos sueños y los dejó olvidados tras la estela de casullas, escenarios y blancos paraguas que ponían de manifiesto la realidad de un enorme acto de autocomplacencia de la jerarquía, ajena por completo a la emoción derrochada por esos miles de jóvenes entregados a la confirmación de su ilusión. Que yo piense que están equivocados y que todo es un burdo negocio y un montaje manipulador para seguir mandando, no me impide ver y sentir que esa gente necesitaba otra cosa muy distinta a la que le ofrecieron ayer. Se irán conformes –son muy bien mandados – pero en el fondo sabrán que no les dieron lo que pedían con tanta fuerza: apoyo y entereza para llevar su equivocación con orgullo y convencer a otros de que son muchos y son buenos.
Otra cosa es que lo sean, que si todo eso fuera verdad y lo llevaran a buen término, todos sabemos que el mundo sería muy distinto. Tras estos días de santidad viene la vida y las operaciones cóndor y la represión ideológica de tantos y tantos sacerdotes y teólogos que no aceptan las imposiciones; y viene la discriminación a la mujer y vienen siglos de historia que mantienen cautiva a la Iglesia en su negocio.
Rouco reivindicó las raíces cristianas de España olvidando siglos de persecución, de falta de libertad de pensamiento, de expulsión de judíos y moriscos, de procesos de Zugarramurdi, de tanta oscuridad que los últimos treinta años apenas alcanzan para rasgar la negrura de la historia con un rayo de luz esperanzada.
Rouco ha movilizado influencias a favor de los peregrinos en forma de bonos de comida y abonos de transporte; ha buscado alojamientos gratuitos y ha obtenido de la administración toda clase ayudas para el auto homenaje de la Iglesia. ¿Puedo sugerirle que use esas mismas influencias para conseguir un trato igual destinado a los parados? ¿Puede pedirle a Comunidades y Ayuntamientos un abono transporte para los parados en iguales condiciones? ¿Sería posible que Telefónica, El Corte Inglés, el Holding Arturo y demás patrocinadores hicieran, con sus productos y servicios, lo mismo que han hecho para los peregrinos? Y que conste que se y valoro el enorme esfuerzo de Cáritas en comedores y otras ayudas, que no se me olvida, ojo.
Piense, Don Antonio María, que sus peregrinos son 600.000, pero que en España, sólo en España, hay casi cinco millones de parados. A lo mejor, atender a ese mercado le sale entable, incluso más rentable que atender a clientes ajenos o de otras diócesis.
Nota: Para todos aquellos a los que tampoco nadie les explicó jamás lo que de verdad era un talento: peso en plato o en oro que un hombre podía transportar de una forma más o menos cómoda y que en función de la época y el lugar oscilaba entre los 21 y los 32 kilos. Una pasta, vamos.
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