Parece que estos últimos meses el mundo se ha organizado para mostrarme todo el catálogo por el que yo podría adoptar como propias varias de esas sentencias que hemos ido oyendo sin darles demasiada importancia; aquellas que dicen que “el infierno son los otros” o que “los tres enemigos del hombre son el mundo,...”.
Desde hace meses me llega ,desde ese mundo enemigo, una enorme marea de mierda que ha conseguido hacer la atmósfera poco menos que irrespirable y digo bien: marea de mierda. Que lo sea en sentido figurado no le resta ni un ápice de pestilencia, que al intelecto le llega el aroma de descomposición de los conceptos, de la ética y de la lógica como al olfato le llega el olor de los huevos podridos: con la misma intensidad.
La vida pública española, la sociedad española, ha ido ganando velocidad en la pendiente sin siquiera darse cuenta de que no llevamos frenos; sin la más mínima reflexión sobre las consecuencias de nuestras acciones y sin que nadie, repito: nadie, sea capaz de ver la realidad más allá de un palmo a contar desde sus propias narices.
Entre unos y otros; atribuyendo a lo normal cualidades de un lado o del otro, hemos conseguido que, al final, la normalidad sea rechazada por todos y no forme parte de nuestro mundo cotidiano. Hemos abandonado cientos de cuestiones que no son ni de derechas ni de izquierdas, cosas que pertenecen al sentido común y que, por culpa de algunos idiotas, hemos arrumbado pensando que estaban apestadas por la pertenencia a determinada ideología.
Nos ha pasado con la buena educación; nos ha pasado con la coherencia a la hora de asumir las ideologías con todo lo que éstas conllevan; nos ha pasado con la forma de afrontar la vida como un empeño personal, que no depende de nada más que de nuestra voluntad y del querer hacer, nos ha pasado con nuestros cuerpos y con nuestra capacidad física, olvidada entre los blandos michelines de generaciones ya obesas, fofas y entregadas sin voluntad o crítica a los peores programas de la televisión.
La política española se ha dejado putrefactar por la gangrena de la corrupción; podredumbre que ha destruido los programas, las actuaciones, los ideales y, lo que es más importante, ha conseguido que los políticos olviden el principal motivo de su tarea: el bien común.
Son capaces de arrancarse los ojos para no hacer lo que todos queremos que hagan y se entregan al sexo sin protección en cuanto el dinero les pide el culo; mejor dicho: nuestro culo. Nuestros jóvenes andan perdidos entre Escila y Caribdis; La Puerta del Sol o Benito XVI, sin que nada les de una salida a su falta de futuro y algo por lo que luchar, además de un par de collejas bien dadas.
Estamos instalados en un conformismo de sillón, de pereza física, intelectual, ética y moral, sin otra guía que una caterva de políticos mediocres cuyas aspiraciones no nos llevan más allá de la consolidación de sus privilegios.
España necesita un revulsivo, una ilusión, un proyecto que ha perdido enterrado bajo toneladas de basura y que nadie es capaz de poner en una bandera como símbolo de futuro. Instalados en el “que me lo den hecho” todos, dejamos de hacer y nos olvidamos de que, antes que ser de unos o de otros, debemos ser personas y exigirnos unos mínimos en todo: en formación, en ética, en rigor y con eso, podremos elegir si vamos a un lado o a otro, nunca antes.
Como puede verse, los acontecimientos de este verano; los mercados, nuestros políticos y SuSa, han hecho estragos en mi optimismo.
¿Tendría razón Quevedo, una vez más?
Sépase, pues libertad
Ha engendrado en mi pereza
La Pobreza.
Ha engendrado en mi pereza
La Pobreza.
Si es que los genios, ya se sabe...
Mencionas muchas virtudes que, afortunadamente posees, pero !Dios de mi vida ! sería mucho más agradable ler tus escritos - muy buenos la mayoría de las veces - si no te refocilaras en mencionar con tanto detalle la palabra mierda etc.És cuestión de demostrar la buena educación... también scribiendo.
ResponderEliminarCreo que por encima de las ideologías están las conductas basadas en la conciencia personal y en la voluntad que exige el esfuerzo diario y comunitario. Eso que precisamente se encuentra a faltary en lo que estoy de acuerdo.
ResponderEliminarLa corrupción política y la ambición general han desembocado en el derrumbe que nos envuelve.También en esto estoy de acuerdo.
Sin embargo, creo en la reacción positiva que seguirá y se impondrá ya que siguen existiendo personas con el empeño y la inteligencia necesarias para conseguirlo cueste lo que cueste.
a.m.