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domingo, 10 de octubre de 2010

El valor del adversario


Volvieron sobre sus escudos lastrados por la gloria

Hoy, mientras el paseo me llevaba por el sendero que discurre por la media ladera de la parte alta de los pinares de Valsaín, hablaba con mi acompañante sobre las miserables cuestiones que llenan la crónica de la política nacional. Hablar, en este caso, debe entenderse como sinónimo de lamentar, llorar y otras acepciones definitorias de un estado de ánimo realmente negro que se comparte en uno y otro lado del espectro político: un desierto vacío de verdaderos cerebros políticos, escasos de ideas y programas y plagados de mediocres entregados al sueño de sentirse grandes entre los pequeños.
La vida de nuestros políticos se entrega, exclusivamente, a la conquista del poder: mandar a cualquier precio, bajo cualquier titular y a costa de cualquier cosa. La idea es mandar y tratar de superar al adversario una vez que éste haya gastado sus fuerzas en la lucha. No importa ser mejor, no se desea superar las cotas de excelencia del rival para demostrarle que se es mejor: importa ganar y la pregunta obligada es si el si ese objetivo, por si mismo, justifica la existencia de todo el sistema político basado en algo tan pobre.
La gloria de la victoria se basa en superar a los mejores, nunca a los mediocres. Vencer sobre un adversario grandioso nos hace más grandes, mejores; nos obliga a dar lo mejor de nosotros mismos y nuestro entorno mejora con esa lucha. César se hizo definitivamente heroico al triunfar sobre Vercingétorix: la fama del derrotado, su grandeza se sumó a la del vencedor y ambos, perdedor y ganador, alcanzaron la inmortalidad. ¿Serían las guerras de las Galias un episodio tan conocido sin el valor del vencido galo? ¿Alguien habría oído hablar de las Termópilas sin los espartanos de Leónidas?
La política, el deporte, la historia, necesitan de los mejores rivales, de los mejores luchadores, pensadores, estrategas y pensadores: la humanidad necesita a los mejores, pero nuestros políticos buscan la mediocridad para conseguir triunfos fáciles y empobrecedores que nos roban a todos una parte de la excelencia a la que tenemos derecho.
¿A que viene todo esto? Viene como consecuencia de lo que algunos han dicho sobre la militancia de Vargas Llosa en la derecha de la política. Los ataques, como casi siempre, intentan descalificar el pensamiento político de este escritor genial y yo digo que ojalá tuviéramos, en este país, una derecha que pudiera seguir su senda. Enfrentarse a los mejores, y Vargas Llosa lo es, haría que esa izquierda que algunos esperamos, apareciera por fin; conseguiría un parlamento dedicado a la confrontación de ideas y sistemas; aparecerían nuevos y mejores políticos; volverían las ideas y el trabajo; podríamos tener una nueva referencia que nos haría mejores a todos.
Nunca he conocido, cuando hacía deporte, a nadie que recordara una victoria sobre el equipo de “los malos”, pero todos recordamos derrotas en las que entregamos lo mejor de nosotros mismos. Lo de la victoria sobre los buenos, ya era la leche.

1 comentario:

  1. Que verdad es !!!!! Es una lástima que los políticos que hoy tenemos se hagan con el poder, nunca con la gloria, por la mediocridad del adversario. Cuanto más grande es este más grande es la victoria. Lo peor de todo es que ninguno tiene noción de ESTADO, sólo quieren vivir en una gloria efímera, y además quieren insultar nuestra inteligencia. Deberían obligarse a elevar el nivel, da igual en que equipo quieran jugar este partido, pero por favor traigan siempre a los mejores, todos se lo agradeceremos. Estamos falta de líderes y representantes de alto nivel, sin ellos en un sitio u otro jamás saldremos de esta.

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